Los textos de "El fondo tiene un vaso" han sido y se siguen publicando en el diario "La Estrella de Valparaíso" (www.estrellavalpo.cl) todos los viernes y consisten en una crónica urbana, personal y literaria de la actual bohemia de este puerto chileno. En el periódico se editan bajo el título de "Crónicas de Medianoche". Se publican hace nueve años.
8.08.2005
Ley seca
Estoy en Iquique, en la Zofri, que es como un mall de todo a mil, tratando de encontrar una botillería con precios rebajados. Al final encuentro una licorería y compro un Baileys, un whisky Cuti Sark de litro y dos botellines de vodka Stolichnaya de medio litro cada uno. La rebaja de los precios fue mínima. Vuelvo con mi mujer a la pensión donde nos estamos quedando. Cuesta ocho mil pesos la pieza, con baño incluido y televisión por cable. Es terriblemente ordinaria, pero nos permite ahorrar antes de ir al pueblo de La Tirana, donde miles de diablos bailan en torno a una virgen.
La primera noche me bajé la mitad del Baileys con el whisky, mientras mi mujer dormía con ropa por miedo a los insectos que podían existir bajo las sábanas. Se me apagó el cerebro con un vaso en la mano y viendo la teleserie "Resistiré".
Al otro día salimos al mercado y comimos cazuela y un pescado frito con ensalada por mil 200 pesos. Tomamos la micro a La Tirana y en la mochila llevababa litro y medio de bebidas energizantes más el Stolichnaya, para mezclarlos al ritmo de los tambores.
Me habían advertido que en el pueblo había ley seca y que los borrachos iban a parar directamente al retén policial. Nos bajamos de la micro a las cuatro de la tarde y un sol espectacular nos permitía lucir nuestras poleras con estampados étnicos.
Después de entrar a la iglesia y recorrer el pueblo, nos sentamos bajo la sombra de un techo y comenzamos la mezcla. Ahí la fiesta cambió de color y aparecieron cientos de bailarines enmascarados, niños disfrazados de pieles rojas y gitanas con vestidos multicolores.
La tarde avanzaba y la feria persa instalada en el pueblo era una de las mayores atracciones. Compré un cuchillo, unas paltas y pan amasado e improvisé una pequeña once, con la intención de blindarse el estómago.
El vodka ruso y las bebidas Speed nos tenían recorriendo el pueblo por todos los rincones. Un tipo con un pasamontañas nos invitó a utilizar el baño de su casa por 100 pesos.
A las doce de la noche, el momento cúlmine de la víspera de la fiesta religiosa, explotan los fuegos artificiales en plena oscuridad del desierto. Yo abrazo a mi mujer como si fuera Año Nuevo. Todos gritan y la locura es colectiva.
Seguimos caminando y nos encontramos con el diputado Fulvio Rossi. Trato de meterle una conversa, pero el tipo anda como firmando autógrafos y no me pesca. Me doy cuenta de que mi mujer ya está dañada. Se mete a bailar con un grupo religioso y la sacan "por falta de respeto". Decido tomar una micro y volver a Iquique, donde llegamos a las cuatro de la mañana.
Al otro día escapamos de la pensión. Saqué mi tarjeta de crédito dorada y se la mostré al recepcionista del Hotel Cavancha, que nos miraba con curiosidad e incredulidad. Tomamos la habitación 709, con vista al mar, y descansamos durante días de esa alucinante fiesta.
Todavía tengo los tambores sonando en mis oídos.
ajenjoverde@hotmail.com
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