3.23.2006

Africa Mia


“No me confundas, no voy a cambiar, yo sé lo que busco y sé donde está”.
Nicole, banda sonora de “Se arrienda”

Por Ajenjo
Dentro de cuatro días comenzaré uno de los viajes más distorsionados de mi vida: Africa. Estoy muy nervioso ya que las imágenes del Desierto del Sahara me han perseguido desde mi niñez y en esta ocasión lo podré pisar, ya no imaginariamente, sino que en forma real y palpable.
Pienso en la cantimplora que tendré amarrada al cinturón y obviamente no contendrá agüita mineral, pero bueno, al parecer los muchachos son musulmanes y hay que tener cuidado con el trago.
Como sonido particular de mi viaje he elegido la banda sonora de la película “Se arrienda”, que hace días me tiene cono los sesos fuera de la cabeza.
Ya envié el tema principal via e-mail a Barcelona, que será la primera parada de la travesía. Ahí me estará esperando mi bella novia, que con un atuendo especial y secreto me recogerá en las afueras del aereopuerto.
Hace varios años ya estuve en “Barceloca”, como la llaman los chilenos que en masa viven en esa ciudad española. Recuerdo estar sentado en la Rambla, el paseo central de la urbe, con una muy buena amiga y una china que nos metió conversa en inglés. Yo no entendí nada pero al final sacó un montón de fotos a mi rostro, de frente y de lado, ya que mis facciones le parecieron “extremadamente raras”.
En ese tiempo utilizaba un barba sin bigote que me acercaba mucho a un rabino joven. En el diario me decían “el brujo chico” , por el parecido con el Profesor Nostradamus (creo que esto ya lo había contado, pero la artereosclorosis avanza y avanza).
Ahora me enfrentaré a Europa en forma diferente, sólo como un paradero de micro, ya que el destino especial y salvaje será Marruecos.
Quiero entrar a la ciudad de Marraquech dominada por encantadores de serpientes y comer las cosas más raras y sabrosas que en el mercado vendan los cocineros con turbantes.
Quiero seguir la huella de William Burroughs y los demas beatniks ,que en los años ‘50 y ‘60 hicieron de Tanger su ciudad preferida, y donde se redactó el texto final de “El almuerzo desnudo”.
Quiero conocer las terrazas del Hafa Café y beber con los parroquianos sustancias secretas y reírme al ritmo de la música marroquí y sacar una sorpresa con nombre de amor.
Quiero entrar a los laberintos de la ciudad mágica de Fez y tocar todas sus murallas blancas y vírgenes.
Quiero muchas cosas, pero lo más importante es encontrar la calma cerebral en una aventura sin límites, donde el cariño del reencuentro será el gran protagonista de una travesía hecha ya muchos años virtualmente.
Desapareceré unas semanas, pero volveré cargado de cuentos y mentiras. Ojalá todos mis dioses me acompañen.
Para los que se quedan y los que se van, muy buena suerte.

ajenjoverde@hotmail.com

3.21.2006

Tunquén


Mira. En la casa de allá vive la Vacarreza y en las de más allá, ésa que parece un cubo blanco, vive la Claudia Conserva", me dice una amiga que me invitó a pasar unos días a la cabaña del actor Pancho Reyes, en Tunquén, reducto costero para políticos y famosos de la TV.
Mi socia es la cuñada del rostro
de "Cómplices", quien amablemente le cedió la casa por una semana y yo, junto a mi hijo, partimos a visitarla.
Llegar es muy difícil, y como no tengo automóvil ni idea de manejar, tuve que
contratar los servicios de la señora María y su famoso taxi amarillo, que por diez lucas te va a buscar a tu hogar en Valparaíso y te deja en la puerta de la cabaña de Tunquén.
La casa es bien bonita y tiene el mismo sello de humildad que este actor y su familia han proyectado siempre a la sociedad.
Para entrar en onda llegué con elementos para un asado: carbón, costillas de cerdo adobadas con orégano, y aceite de oliva buenos bistocos de asiento, pollito, longanizas,pan batido, vino del bueno y del otro y un pisquito.
Antes de encender el fuego bajamos a la playa. En diez minutos estábamos felices en la arena, enfrentándonos al bravo Pacífico. El calor era heavy metal y tuvimos que lanzarnos unos piqueros para calmar la transpiración.
De ahí vino el asado, que contó con la participación de un niño de diez años que realizó las imitaciones del grupo Miranda!, Sergio Lagos y el borrachito Ruperto. El muchacho, que nos sacó lágrimas de la risa, seguramente dará que hablar en el futuro de las tablas chilenas, ya que es un actor en potencia.
Los asados que comienzan a las cuatro de la tarde generalmente terminan en la oscuridad. Se apaga la luz del sol y se apagan las cabezas de los comensales.
A las once de la noche estábamos todos durmiendo y al otro día, muy tempranito, agarramos un bote plástico y nos internamos en una laguna de mar.
Ahora que comienza marzo y la rutina de todo el año de acomodarse lentamente,pienso en esos días breves en Tunquén y obviamente caigo en una pequeña depresión.
Todo el grupo de amigos está igual y para subirnos el ánimo, el médico del lote organizó un asado de fin de verano en la casa de sus padres.
El galeno preparó "la mejor parrilla de tira y entrañas" y junto a un grupo selecto de invitados, entre los que se contaba la bella dueña del restaurante Caruso, despedimos el calorcillo estival.
Ahora las hojas empiezan a caer, el vientecito helado porteño aparece después de las cinco de la tarde y las once con tecito y pan con palta se convierten en un placer.
Ha llegado el otoño y hay que degustarlo.

ajenjoverde@hotmail.com

3.10.2006

El Día de la Mujer Brutal


Para Augusto Díaz

Por Ajenjo

Es el Día Internacional de la Mujer. Estoy bastante dañado por unos pisco sour en el Bar Inglés y en el nuevo restaurante indio del cerro Alegre. Estoy escuchando a Calamaro. Frente a las teclas del computador sólo se me aparecen las palabras del artista y atino a escribir: "Elegí pena y olvido, o sudor compartido, ojalá no me arrepienta de haberte conocido".
Decido parar de escribir y subir a fumar un cigarro.
Espérenme.
Vuelvo al teclado. ¡Vamos que se puede!
Ha muerto uno de los grandes y nadie ha dicho nada. Es hora de gritarlo y recordarlo. Se nos fue Augusto Díaz, uno de los guitarristas insignias del Cinzano. El viejito con el parche curita en la nariz.
Recuerdo noches de tintolio extremo con el músico en la barra. "Tengo que operarme, pero volveré, y ahora te contaré un chiste y tú después me cuentas otro ¿ya?", me decía todas las noches.
Y así se nos fue. Rápido, silencioso. La muerte implacable y dura.
"Cuando no estás duele más". Sigo escuchando a Calamaro.
El mismo día en que se celebra a la mujer, me presenté en la Scuola Italiana para dejar a mi hijo en su primera mañana de clases. Fue el único que lloró de todos sus compañeros. Es igual a su padre.
Por suerte, la noche anterior, había visto "Crash", la película ganadora del Oscar, y le dije al pequeño: "Cuando yo era chico y me enfrenté a mi primer día de clases, mi padre me entregó la capa de la invisibilidad y de la fuerza, ahora te la entrego y nada te dañará". Se la instalo teatralmente en su cuerpo y lo dejo en la sala, en medio de llantos y gritos. Después de dos horas, en las cuales estuvo sometido a su nuevo sistema, salió y me agradeció que le haya puesto la capa.
Sigo pensando en Augusto y su guitarra. El me habló de traficantes grandes del Puerto, como Camanchote o Kisko, que en la década del ‘60 llegaban con bandejas llenas de cocaína a las fiestas y él miraba y tocaba su instrumento tranquilamente. Pienso en esas imágenes y me doy cuenta que fue uno de los importantes nombres de la ya desaparecida bohemia porteña.
Ahora, escribiendo esta columna, pienso en todo lo que me falta vivir.
A veces me siento un león, a veces un ratón.
A esta altura sólo tengo que sentir.

ajenjoverde@hotmail.com

3.07.2006

Con Dióscoro en el Máscara


"Sed o no sed, esa es la cuestión"
(Proverbio guachaca)

"¿Te sabes el chiste de la primavera y Roy Roger?", me pregunta Dióscoro Rojas, el gran guaripola del movimiento guachaca de Chile, en una privada comida que se realizó hace algunos días en Valparaíso. "Cuéntamelo nomás", le digo, mientras una rica piscolita sirve de bajativo para una regada cena llena de chistes y comentarios políticos muy sabrosos y picarescos que causaron grandes carcajadas, de esas que sacan hasta lágrimas.
Los "guachacas" realizaron esta reunión clandestina en su restaurante "Ascensor hacia la Luna", inaugurado hace ya varios meses en la calle Victoria, sin embargo, el local todavía no puede entrar en funcionamiento por la maraña de trámites que impide a los emprendedores iniciar sus negocios en forma rápida y eficiente. Los militantes guachacas invitados eran obviamente Dióscoro Rojas, el catador de bondades Raúl Porto, un periodista de TVN y su buenamoza señora, mi brother médico, el cocinero cuyo nombre se pierde en la telarañada memoria y quien humildemente escribe esta historia.
Con mi socio llegamos tipín nueve de la noche y nos sirvieron unos pisco sour algo tibiones, pero que de igual forma se agradecieron. Después llegó la comida: el quiche "guachaca", que consistía en una masa delgada con tomatito fesco, queso y orégano. De segundo, un bistoco con ensaladas varias y papas duquesa. Chupamos del bueno hasta que se acabó y alguien mandó a comprar una botella de pisco para preparar el trago nacional más consumido por los sedientos bohemios: la muy poco respetable pero sabrosa piscola.
El choclo empezó a desgranarse como a las 11 y media. Nos quedamos los que siempre apagan las luces y seguimos contando chistes hasta que la botella entregó su última gotita. "Vamos al Cinzano a seguir la fiesta", grité ya emocionado y feliz. Fue así que con Dióscoro a la cabeza del grupo entramos a la tanguería más famosa del Puerto que se encontraba a punto de cerrar.
"Queremos conversar con Carmen Corena ya que posiblemente la elevemos como candidata guachaca que representará a Valparaíso en la gran competencia nacional que llevaremos a cabo este año", explicaba el catador de bondades, mientras le exigía a Rodolfo, el barman del local, que le preparara dos piscolas más, situación que fue imposible de concretar por las altas horas de la noche. Carmen Corena no se encontraba y les propuse ir al Máscara para seguir bebiendo y mostrarles cómo se enfiestan los jóvenes porteños. Sentados en una mesa frente a la pequeña barra del recinto seguimos la conversa con un grupo que ya había crecido, producto de otros guachacas militantes que la noche veraniega nos había adosado en forma cariñosa. De esta manera, escuchando a The Cure y Madonna, el tiempo siguió su etílico curso hasta que la conciencia invitó a que cada uno se fuera para su casa.
El carretón guachaca había llegado a su fin.

ajenjoverde@hotmail.com