10.12.2011

Su majestad el ron (Los copetes de mi vida 8° parte)

 Por Ajenjo
 
“Si tuviera un hijo le pondría Ron, comoel amigo de Harry Potter”,me dice uno de mis brothers luego de pedir el segundo trago dorado en el bar Moneda de Oro.
El hecho anterior describe el fanatismo que actualmente tiene los borrachitos chilenos con este tropical destilado, que destruyó el reinado del pisco y se posicionó como una de las bebidas más tomadas en nuestro país.
Yo soy uno de los quemecambié demilitancia. Pasé del pisco al ron y lo primero que obtuve como beneficio fue que las cañas se fueron enterneciendo y los indios de mi cabeza dejaron de tocar el tambor. Actualmente es el trago quemás bebo y lomezclo con Coca-Cola light o zero, para tratar, falsamente, de cuidar un poco mi dañado cuerpo.
En la universidad tomábamos unos rones infernales. Uno se llamaba Caribbean y costaba, al principios de la década del 90, 450 pesos. Hasta lo llegábamos a mezclar con jugo en polvo para tratar de sacarle ese sabor a jarabe. También tomábamos el famoso ron Silver, que tenía ese pirata en la etiqueta y con el que muchas veces tuve trascendentales diálogos sobre mi futuro. ¡Creo que hasta el pirata me habló y me dijo cosas...!
Luego de pasar esa intoxicante etapa universitaria y empezar a ganar más morlacos, me centré en el ron y
especialmente en el Havana. Me gusta tomarlo con bebida, sin limón (ya que según un barman aumenta la caña), y con mucho hielo.
Los garzones Enrique, Fernando yAlonso, del Moneda de Oro, me sirven unos tremendos cortos que, incluso, tengo que dividir en una copa pequeña. En el fondo valen por dos y me dejan feliz,muy feliz. Cuando ya me he tomado dos (que en el fondo son cuatro) toda la vida adquiere otra tonalidad. Los problemas
se difuminan, la risa abunda, el optimismo me toma por asalto y me siento una persona plena, feliz en mi matrimonio y contento con mi trabajo. Sinceramente hablando, tomaría esa dosis todos los días, pero sé que mi hígado, mi cerebro y mi billetera no me lo permiten.
En varios viajes a los países tropicales he conocido variadas formas de tomar ron. En un resort en República Dominicana me daban un trago llamado zombie, que me dejaba muerto en vida.A pesar de todas estas mezclas me quedó con mi ron con cocacolita. ¡Me dio sed!

ajenjoverde@hotmail.com

10.11.2011

Las poderosas burbujas de la champaña (Los copetes de mi vida 7° parte)



Por Ajenjo

La champaña (en francés champagne) antiguamente era un trago asociado al Año Nuevo y algunos eventos sociales. Se tomaba poco y generalmente eran botellas de mala calidad, incluso le ponían fruta para disimular su mal sabor.

Ahora el panorama ha cambiado y este dorado vino espumante también forma parte de los copetes de mi vida, especialmente por el trago Kir Royal, que se prepara con champaña y licor de cassis. No tenía idea de su existencia hasta que mi bella esposa, cuando pololeabamos, lo pedía en algunos restaurantes. Es de un fuerte color rojo y es muy refrescante. Es un excelente remplazo del trillado pisco sour, que muchas veces me deja con una terrible acidez y su sabor ya me tiene cansado. Hay que diferenciarlo del Kir, que se hace con vino blanco.
Curarse con champaña es algo muy peligroso. Dicen que las poderosas burbujas se van directo al cerebro y distorsionan muy rápido la realidad. Dos copas ya se sienten de inmediato. A las mujeres hay que advertirles que la champaña puede actuar como un “catalizador erótico” y varias han pagado las consecuencias de emborracharse con este trago y terminar pololeando o de novia. Lo que pasa es que es suave y rico y pasa por el gaznate “como agua de la llave”. Yo creo que la culpa de todo la tienen las burbujas.
Una de mis primeras borracheras, siendo un adolescente, fue con una champaña que traía piña. Nos ganamos tres botellas con unos compañeros de curso en la ramada del colegio, para un 18 de septiembre, en ese popular juego donde se lanzan aros de madera. Fue una curadera espantosa, donde invoqué toda la familia Guajardo y el reto en mi casa todavía me duele (arrojé gran parte de la champaña y la piña tomada adentro del closet de mi pieza).
La champaña también ha estado asociada a la elegancia, Europa y todo lo refinado. El mito decía que en los restaurantes franceses pedir una botella de Don Pérignon (la champaña más famosa y exclusiva), podía costar más caro que los pasajes de avión.
Ahora está de los más “in” pedir una copa de champaña en los restaurantes o llegar con una botella para un cumpleaños. Pero hay que dejar en claro que si uno va llevar una champaña a una casa tiene que ser buena. Nunca, pero nunca, una que tenga piña.
Personalmente yo prefiero la champaña denominada como Brut. La encuentro más seca y con más power que las otras. Una que es bastante buena es una que tiene una etiqueta naranja, creo que de Undurraga. El año pasado un santiaguino me trajo de regalo una champaña de la marca Casillero del Diablo, para que festejáramos la llegada del Nuevo Año pero terminó tomándosela solo (conducta típica de los capitalinos).
Ahora la champaña ya no se puede llamar de esta manera en Chile, ya que los franceses lo tienen como denominación de origen exclusivo para su país. En las etiquetas de los espumantes chilenos no puede salir la palabra champaña, pero todos seguiremos llamando de esta forma a este rico y elegante vino espumante (salio verso sin menor esfuerzo).

ajenjoverde@hotmail.com

El dorado placer del whisky (Los copetes de mi vida 6° parte)

Por Ajenjo


Desde que tengo uso de razón que el whisky siempre ha sido uno de los tragos que más impacto causa en la gente, no sólo por su sabor, su efecto cerebral y toda la onda que lo recubre, sino que también porque su efecto cañero es casí mínimo.

En mi niñez vivía en Venezuela y recuerdo a mi padre cargando cajas de Chivas Regal que llegaban de la Isla Margarita (zona franca). En ese tiempo no tenía la noción de que ese whisky específico es uno de los más ricos que existe y, había tanto, que los venezolanos lo mezclaban con ¡Coca Cola!, que ahora sería un pecado capital. Actualmente, y gracias a mi suegra, me he hecho un poco adicto al whisky con bebida, pero del que obviamente es más baratillo que un Chivas Regal.
Como ya les había relatado, uno de los licores que probé cuando era niño era el whisky, ya que debía preparáselo a mi padre, quien me había designado como su pequeño barman. Ese sabor quedó atado a mis neuronas memoriales y ahora, cuando lo bebo, vuelvo a los tiempos en que subía por la escalera de la casa de Chorrillos, en Viña del Mar, con un vaso largo, dos hielos y la pócima favorita de papá.
Uno de los que más me gusta es el whiskey (ya que no se llama whisky por prohibición escosesa) norteamericano Jack Daniels. Cuando cumplí cuarenta años, mi brother fotógrafo me regalo una botella especial, como el diseño de una gran petaca. Recuerdo abrir la botella a las doce de la noche y empezar a tomársela altiro, a lo puritano. Es el trago de los rockeros descarriados y locos. Una vez vi a Charly García, en un íntimo recital en el House Rock que existió en Valparaíso, donde casi se bajó una botella entera.
Personalmente considero al whisky un trago noble, pero muy fuerte para el cuerpo. A veces, cuando se me pasa la mano, me salen aftas en la boca, debido a lo calórico del líquido, que llega a quemar las mucosas. Por eso he decido abandonar ese placer de chocar los hielos con el dorado líquido adentro y mezclarlo con bebida para suavizar su power.
En Chile uno de los whiskys que más se toma en momentos importantes es el Jhonny Walker (o Juanito caminante). Una vez fui a un cuco matrimonio en Santiago, donde servían a granel el que tiene la etiqueta negra. Te puedes tomar un litro y siempre mantendrás la dignidad y en la mañana no sentirás nada en tu cabeza. Jamás he probado los que tienen etiqueta verde o azul, que son licores con muchos años de guarda y que seguramente, al beberlos, te pueden curar de cualquier enfermedad.
Sin duda que el whisky siempre estará dentro de mis tragos preferidos, pero como todo lo bueno en la vida, hay que tomarlo con moderación y cuidado. ¡Donde la viste!

ajenjoverde@hotmail.com