6.18.2009

Recordando la mirada del rinoceronte indio


Por Ajenjo


Estoy parado frente a una vitrina de una tienda en Valparaíso y miro los objetos que hay dentro de ella. Realmente no estoy viendo nada y mis pensamientos están en otro lado, en otro país, en otro mundo. De repente me doy cuenta que llevo más de media hora en esa posición y me percato que el viaje a la India me está cobrando una boleta mental.
Es como si el cerebro tratara de seguir viajando, pero el cuerpo ya está detenido en un solo lugar y la rutina lo inmoviliza como a una momia egipcia.
Dentro de mis pensamientos el recuerdo más fuerte es el del safari en Jaldalpara, donde estuve una hora recorriendo una espesa selva a lomo de elefante.
Nos citaron a las 8 de la mañana y llegamos, junto a una simpática familia india, a una estructura muy parecida a las escaleras que ponen en los aviones, pero en esta ocasión uno terminaba sentado en el lomo de un elefante.
El paquidermo, de gran tamaño, llevaba una estructura de fierro sobre su lomo donde cabían cuatro personas cómodamente sentadas. A nosotros nos subieron junto a la familia india y entre mi novia y yo nos chantaron a una niñita de tres años.
Una fuerte llovizna caía sobre nosotros y yo saqué un paraguas para proteger a la pequeña. El elefante arrancó y comenzó a meterse en la espesura de la selva.
El animal pasaba muy rápido entre espesos árboles y el paraguas quedó convertido en un inservible estropajo. De ahí para adelante la lluvia nos mojaba libremente y le ponía una nota aún más aventurera a la situación.
El chofer del elefante está sentado en la cabeza y al mover sus piernas en las orejas el paquidermo avanza. En un momento se nos pidió silencio y entramos a un charco donde pudimos observar, en gloria y majestad, a un rinoceronte de un solo cuerno.
El tremendo animal era imponente y por algunos minutos lo pude mirar directamente a los ojos.
Después salimos a una estepa libre de árboles, para luego internarnos en ríos, charcos y barro, que el elefante con sus grandes patas lograba traspasar fácilmente.
Al final uno se baja en la misma escalera especial donde se subió y puede tocar la piel del animal, quien muy bien domesticado recogía billetes desde el suelo.
Todos esos recuerdos me pasan por la cabeza mientras me doy cuenta que estoy pegado, como con el disco rayado y que debo dejar de mirar vitrinas e insértarme nuevamente en Valparaíso.
Se que no es fácil superar un jet lag con diferencia de 10 horas y estoy consciente que debo amalgamarme a mi vida laboral y porteña de una buena vez.
El partido de Chile, donde derroto 4 a 0 a la selección boliviana de fútbol, fue un buen comienzo. Lo malo fueron los dos shop y los cuatro rones que me dejaron bastante abatido, cansado y pensando en la seria mirada del rinoceronte de un solo cuerno.


ajenjoverde@hotmail.com

Perdido en el raro Reino de Bahrein


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, toma té con los jeques de Arabia Saudita. Yo estoy solo a algunos kilómetros de este evento, semi perdido en el Reino de Bahrein, luego que me cancelaran un vuelo turístico y tuviera que permanecer en forma obligatoria por 14 horas en este país, catalogado como la nación más pequeña del Golfo Pérsico.

Mi salida de la India es bastante heavy. Después de andar a lomo de elefante, observando rinocerontes de un solo cuerno y tigres de Bengala, termino en una extraña sala de espera, con mi cara larga y un MP4 con el juego Tetris, esperando que la línea aérea solucione su error y me saque de una buena vez de Nueva Delhi.

Despues amanezco en el raro Reino de Bahrein, que personalmente lo encuentro muy extraño, extrañísimo. Es como caminar dentro de una maqueta de un estudiante de arquitectura de Valparaíso. No hay ningún cerro, el calor es fuerte pero existe una niebla en el cielo que enrarece mas este lugar. No hay veredas y la poca gente se mueve en autos carísimos onda Rolls Royce. Los edificios son todos de un color cafe claro y hay unas torres ultra modernas.

Todo es artificial, como recien creado y me siento parte de un reality, como si fuera el protagonista de la película "Truman Show".La mayoría de los habitantes se visten con el tradicional traje árabe y mientras entro al hotel, donde tenía almuerzo y cena asegurada por la línea aérea, pienso que esto no es un país real y que es parte de la gran escenografia de los reinos petroleros que comercian con Occidente. En el pasaporte me dieron un permiso por 24 horas con un sello que señala "felicidad para sus negocios". Con eso queda todo más o menos claro.

En el aereopuerto, rumbo a París, me entero que el tenista chileno Fernando González esta jugando la final de Roland Garros. Mientras escribo esto planificamos ir a ver el partido a la plaza de Notre Dame por pantalla gigante (cuando se publique esta crónica ya todos conocerán el resultado).Me quedan muy pocas horas en esta hermosa ciudad, sin embargo el cansancio de los 20 días por la travesía en la India está bastante presente y sólo quiero calma y descanso.Ya en el recuerdo quedan esas extrañas ciudades.

En un pequeño resumen podria señalar que Nueva Delhi es como si la plaza Echaurren de Valparaíso la habitaran más de 15 millones de personas. Agra es el Taj Majal, que como ya lo he señalado, es la obra arquitectónica más impresionante que he visto en mi vida. Varanasi es la locura del río Ganges y sus dioses, donde todavía tengo tatuada en mi retina la imagen de los cadaveres quemándose en busca del término de las reencarnaciones y en busca del Nirvana. Calcuta es tranquila, a pesar de su gran cantidad de población, y todavía se respiran aires británicos en esa zona. Darjeeling es la calma absoluta con los Himalayas de telón de fondo y sus monjes tibetanos (además del ciclón Aila) y el safari arriba de un elefante fue el punto final del viaje más distorisionado, extraño y maravilloso de toda mi vida.

Recorrer la India fue enfrentar un gran desafio, que en el fondo es la esencia de cualquier viaje. Si no podría viajar más creo que me moriría y no me importa si es un paseo al lago Peñuelas o una aventura en el Orinoco salvaje.Lo importante es moverse, entretenerse y disfrutar.

Machuca en Calcuta


Por Ajenjo


Estoy en la mítica ciudad de Calcuta, visitando el templo de la diosa Kali.

Me despierto a las 5 de la mañana para tratar de observar los sacrificos de animales que se anuncian en ese lugar. La visita fue guiada por los mercenarios del templo, que son falsos sacerdotes que se instalan para embaucar a los turistas. Me hicieron sacar los zapatos y calcetines y caminar por una inmunda calle. El templo es pequeño y los indios se amontonan para ver una pequeña imagen con tres ojos. Me llevan donde se sacrifican a los animales y lamentablemente este sangriento ritual comienza supuestamente a las 9 de la mañana. Los falsos sacerdotes comerciantes me empiezan a pedir mucho dinero para que Kali me ayude. Les contesto que sólo les daré un poco de rupias (como 5 lucas chilenas) y la cosa se empieza a poner violenta. Vuelvo por mis zapatillas y me sigue un tipo que seguramente me insulta, junto a toda su familia y muchos niños. La onda es pesada y corro al taxi. El chofer no avanza y la familia completa me exige mas dinero desde la ventanilla del auto. Al final el conductor apretó el acelerador y la calma volvió a mi mente.

Calcuta es una ciudad amable, menos los mercenarios de Kali.

Vuelvo al hotel bastante cargado y enciendo el televisor. Son las siete de la mañana en Calcuta y por un canal de cable estan emitiendo la pelicula chilena Machuca. Tiene subtíitulos en inglés y la veo completa, bastante emocionado. Al final, cuando empiezan a salir los créditos, la canción de Los Jaivas Mira Niñita me pone muy nostálgico y cierro los ojos para dormir soñando con mi país.

Dejo Calcuta y viajo a Darjeeling, una ciudad que no tiene nada que ver con la India que acabo de conocer.Es como si en los demás lugares anduvieran todos locos y aqui la paz se hubiera instalado para siempre.

Llegué en un viaje en una todoterreno de tres horas, en medio de selvas. Estoy alto, muy alto, encubrado en grandes montanas y muy cerca del Everest, que todos los días trato de avistar en un cielo nublado y lluvioso.En Darjeeling el rollo es el té. Como en Chile hay catas de vino, aqui todos andan tomando los mejores té del mundo. Tambien hay muchos tibetanos dando vueltas y aproveche a visitar un refugio de exiliados, donde entrego mi apoyo moral para que Tibet sea libre de la dictadura China de una vez por todas. Visité un templo budista con niños vestidos como monjes que cantaban angelicalmente.Al final quede cuasi atrapado en este bella ciudad. Me atacó el devastador ciclón Aila, que mató a varias personas, dejó caminos cortados y sin electricidad por dos días a toda esta urbe montanosa y sus alrededores. Ahora voy rumbo a la reserva natural de Jaldhapara, donde me esperan unos elefantes que serviran de transportes para observar tigres y rinocerontes...


6.09.2009

Poderosa India


Por Ajenjo


Camino por el barrio de Conaught Place, en Nueva Delhi, la capital de India.

Llevo tres horas en la ciudad y pienso que todas las personas que me miran con curiosidad son posibles y pequeños estafadores. De repente me miro la zapatilla derecha y me encuentro con una gran mierda humana, asquerosa, vomitiva, licuada y recuerdo la cita textual de la Lonely Planet (Libro de Viajero) de la India donde se advierte claramente de este asqueroso ataque a los afuerinos, que consiste en que te manchan el zapato con un gran mojón para que después un limpiabotas te lo saque por una fuerte suma de dinero. Meto la zapatilla en un montón de tierra, mientras me nublo de rabia. Termino en el bar mas cuico de la ciudad, bebiendo una helada cerveza Kinfisher y escuchando musica electronica, que actua como un sedante para olvidar el horrible acto de lavar mi zapatilla en el lavatorio del baño.

Llego a la entrada del Taj Majal, en la ciudad de Agra, que es descrito, y sin exageracion alguna, como la obra arquitectónica basada en el amor más poderosa del mundo. Después de pasar un estricto control policial llego al monumento. Mi novia me seguia emocionada frente a la gigantesca y curvosa masa de belleza blanca construida de marmol y dolor (¿no es siempre el amor algo doloroso y fuerte que nos traspasa más que nada en este mundo?).

Luego de recorrer sus cuatro costados nos sentamos a descansar. Las pupilas debian recogerse ante tanta belleza.

Varanasi, la ciudad sagrada de la India.

Veo un cuerpo quemandose en el Ganges. Veo un hombre con el cuerpo blanco gritando. Hay olor a asado. Un perro busca carne debajo de las aguas de este rio. Me siento radicalmente extranjero. La gente se rapa la cabeza. Aparece un nino con labio leporino. Un hombre pasa su pierna sobre su cabeza. La musica que se escucha es de tambores. Todos rezan.

Entro al Templo de Vinshu, me saco los zapatos y camino por dentro pisando un agua barrosa. Un guía me lleva y me presenta a todos sus dioses, son varios. Hay un roca por donde sale un agua lechosa. Me dice que la toque y que frote mis ojos. Me dice que reze por mis parientes y me presenta un viejo flaco y barbudo. Voy dejando billetitos en todas las alcancías y me voy del templo con mi frente manchada de un color amarillo y una corona de flores en mi cuello.

Y sigo viajando rumbo a Calcuta. Al templo de la Diosa Kali, donde se sacrifican animales, en una de las pocas deidades que se adoran y que no es muy buena.

El viaje continua y cada vez me amalgamo mas a los indios.


ajenjoverde@hotmail.com

Me arrodillo nuevamente ante París


Por Ajenjo


Cuando usted esté leyendo esta columna seguramente estaré caminando por las calles de Nueva Delhi, la capital de la India, en uno de los viajes más alucinantes y distorsionados que he planificado toda mi vida.

Antes de tomar el avión de la línea aérea Gulf Air, que pertenece al Reino de Bahrain o algo así, tuve que pemanecer dos días en París, que personalmente la calificó como la ciudad más hermosa y acogedora del mundo.

Me recibió en un su cálido y minúsculo departamento el hermano de mi novia, quien lleva siete meses en esta maravillosa ciudad y está sacando un doctorado en historia en la Escuela de Altos Estudios de París. Llegué con unos botellones de pisco y el primer día nos mandamos unos sour para recordar el suelo chileno. Después salí a recorrer esta urbe y sin ponerle mucho color tuve que aguantarme las lágrimas en los ojos varias veces.
Cuando estuve cerca de la tumba de Napoleón me di cuenta que en el Gran Palacio estaba montada la tremenda muestra de Andy Warhol, la más completa de este artista norteamericano que creo el concepto de pop. La exposición, que costaba 11 euros (casi 10 lucas chilenas) era espectacular. Estaba Marilyn Monroe, Lenin, Elvis y toda la iconografía setentera y ochentera en su máximo esplendor. Se proyectaban películas, se mostraban diarios de vida y muchas de las paredes estaban revestidas con el famoso mural con una vaca como símbolo principal. Salí bastante golpeado cerebralmente y me fui a acostar en busca de recuperar el sueño perdido por el cambio de horario.

Al otro día me enontré con la torre Eiffel iluminada. ¿Existirá alguna obra arquitectónica tan potente y que sea tan simbólica en el mundo? La mejor vista está en la estación de Metro Trocadero, donde tuve la mala idea de meterme a un baño público en forma de caseta que estaba más hedionda que la parte de abajo de la pasarela de Bellavista, en mi querido Valparaíso. Ahí permanecí un par de horas mirando esa gigantesca masa de fierro y luces y pensaba en el futuro.

Las últimas horas las pasé en el Centro Pompidou, que es el museo de arte moderno más completo de la Tierra. Vi una exposición individual de Kandisky, pero la muestra estable de ese centro artístico le puede volar los sesos al más desprevenido. Hay un Roberto Matta espectacular y todos los pintores han marcado la vanguardia artística están presentes. Esta Pollock, Matisse el gran orinal de Duchamp, entre otras obras que siempre vi en los libros y que jamás soñé con estar junto a los originales.

Después de ese castigo artístico, donde las neuronas todavía festejan tanta belleza, voy rumbo a uno de los países más raros del mundo. El plan es recorrer Nueva Delhi y Agra, donde está el Taj Majal. Después a la ciudad santa de Varanasi donde pienso raparme al cero y observar la quema de cadáveres. También llegaré a Calcuta, donde ingresaré al templo de Kalhi, donde todavía sacrifican animales y seguiré a Darjeeling.Todo eso es un plan, pero al parecer en la India no hay que planificar nada y ni siquiera tengo la ceretza de que podré enviar esta columna desde estas lejanas tierras.

Ojalá pueda.