12.29.2008

Nuevo manual para sobrevivir al Año Nuevo porteño


Por Ajenjo


Nadie quiere terminar como el tipo que sale en la fotografía superior de esta columna, ya que además de ser muy ordinario puede causar un severo daño en la salud mental y física, por lo tanto nuevamente daré algunos sabios consejos para que no anden pintado el mono en este Año Nuevo que se acerca en forma imparable.
Antes que nada recuerde que no hay que ponerse a tomar antes de las doce de la noche. Esta es una de las reglas de oro que siempre hay que cumplir, ya que he visto tipos babeando a las ocho de la noche y que pasan el Año Nuevo durmiendo, con fuegos artificiales que explotan desde su estómago hacia el exterior.
Váyase siempre con calma, pensando que hay gente a su alrededor. Tenga mucho cuidado con la traicionera champañita, ya que más de tres copas lo pueden llevar a un camino sin retorno. Las mujeres deben tomar este trago francés con mucha cautela, ya que tiene fama de ser afrodisiaco. Se ha escuchado cada historia por ahí... y la única excusa es que "se me subieron las burbujas a la cabeza". Evite a toda costa las champañas envasadas con fruta en su interior y si al final se atreverá con este licor bendito, trate de que sea "Brut".Otro dato importantísimo, y que impide andar "llamando a Guajardo", es comer con cautela.
No ande metiéndose medio kilo de pavo con ciruelas y papas fritas y un postre gigante de helado casata tricolor, para después andar devolviéndoselo a la gente. Eso es muy, pero muy feo.Hay que cenar suave, con calma y después rematar siempre con el mismo copete.
Si va a tomar ron, no ande mezclándolo con vodka, vino, pisco y whisky. Yo siempre he tratado al trago como a las mujeres: con fidelidad y respeto. Si me tiro ron con cocacolita, permanezco toda la noche bajo la bandera de Cuba Libre.
Esta fidelidad alcohólica asegura que en la mañana no duela tanto la cabeza y los fantasmas del malgenio y el pesimismo se pueden alejar más rápido posible.Además no se meta a fiestas pagadas (la fiesta es la calle). No se le ocurra comer mariscos en la mañana o tomar una cervezita para arreglar la caña.El mejor consejo es dormir y soñar que el 2009 será un gran año para todos.
¡Ojalá así sea!


ajenjoverde@hotmail.com

12.22.2008

El "paraíso" de Mauricio Celedón


Por Ajenjo

¿Se imagina una ciudad donde toma un trole y adentro está el escritor Marco Antonio de la Parra dando una charla a los pasajeros? ¿O Isabel Parra cantando gratis en medio de los vendedores de chupete helado? ¿O están proyectando una película?
Así seguramente se debe imaginar el Paraíso celeste el gran dramaturgo chileno Mauricio Celedón, quien el fin de semana pasado reventó la ciudad con una de las mayores intervenciones artísticas a que Valparaíso ha sido sometida en su historia.
Lamentablemente no pude asistir el domingo en la mañana a la avenida Argentina. Un fotógrafo me contó que se había armado el medio escándalo, ya que los vendedores de ropa usada no entendían los gritos que proferían decenas de mujeres forradas en plástico y con maletas rojas.
¿Será parte de la nueva propuesta del "Negro" Castro?, se preguntaban los más desubicados.
Yo me sumé a la intervención como a las 20.00 horas. Tomé un trole en la plaza Echaurren y me encontré de sopetón con Claudio Di Girólamo, que realizaba una fomeque charla sobre la importancia del teatro y "lo cara que son las entradas".
Me bajé junto a mi novia justo frente al monumento a Prat, donde se estaba preparando el montaje de la obra teatral "Paraíso", que era como la guinda de la gran torta de Celedón.
Estuve sentado en galería dos horas para esperar la función, que realmente me pareció muy críptica y "volada".
Mientras me tomaba un café, pensaba que podría haber traído mi petaquita y endulzar con ron mi bebida, sin embargo me tuve que mamar sobrio todo el espectáculo, que muchas veces me pareció más raro que "una gallina con orejas".
Sólo el final de la obra, que tenía que ver con la guerra del petróleo, logró emocionarme. Decenas de cuerpos con aceite y plástico se revolcaban en una sola masa en el suelo, mientras un niño completamente vestido de blanco, con una bandera con flores, pasaba por sobre el montículo humano.
Eso fue increíble y alcancé a ver atisbos geniales de ese Mauricio Celedón que cuando joven me voló los sesos con "Mala sangre".
¿Por qué no vuelve a esa intimidad tan elegante, preciosa y perfecta?
Vuelve a la realidad. Aquí te estamos esperando.


12.18.2008

Los poderosos sabores de Amaya


Por Ajenjo


Tengo en mi mano la boleta 0001 del recién inaugurado restaurante Amaya, ubicado en el pasaje Rudolph, en el cerro Bellavista de Valparaíso.
Es la noche de inauguración y junto a un simpático grupo de amigos nos sentamos en la terraza del local.
Pedimos unos pisco sour "Catedral". Seguramente su nombre proviene de los enormes vasos que llegaron y les puedo asegurar, sin exageraciones etílicas, que es una de las combinaciones de pisco y limón mejores que he tomado en mi alcohólica vida.
Después vino un piqueo peruano. Recuerdo un suave ceviche, trozos de pulpo a la oliva, jaiva y palta. Todo muy fresco y rico. Esa entrada alcanza en forma perfecta para dos personas.
Luego pedimos un tacutacu de mariscos, riñones al jerez y un ají de gallina de campo, que venía con grandes trozos de esa sabrosa ave.
Nos empipamos unos tintos y salimos más que satisfechos.
La ex chef peruana del restaurante Caruso, Úrsula Franco, junto a su socia Soledad Oviedo, sacaron las alas y se independizaron, creando este nuevo restaurante que seguramente se transformará en un nuevo ícono gastronómico de Valparaíso.
Yo les pedí que me regalaran la boleta 00001 y accedieron sin ningún problema. De esta manera mi fetiche colección de entradas a eventos y boletas exclusivas tiene un nuevo integrante.
Después de comer en el Amaya la vida se hace más ligera y divertida y decidí asistir a la función de "Monga: La mujer simio", que se está montando en la plaza Bismark y que se inserta en el festival de teatro container.
Siempre he sido un admirador de Monga y muchas veces, en los veraniegos juegos del estero de Viña del Mar, me asusté y grité como un loco cuando el gorila se escapaba de la jaula.
Muchas niñas decían que algunos tipos se dedicaban a "toquetearlas", en medio de todo el barullo y la corredera que se armaba.
Ahora la compañía de teatro OANI, que trabaja con muñecos, realiza un homenaje a Monga y monta un hermoso y terrorífico cuento que trata sobre la diferencia y la tolerancia entre los hombres.
Llevé a mi hijo de ocho años, quien comenzó a asustarse cuando del container apareció un muñeco deforme que invitaba a ingresar al espectáculo. El público estaba conformado sólo por 10 personas.
En un momento de la obra se repite el show de Monga y mi hijo empezó a emitir gemidos de terror, mientras yo le decía al oído que se calmara y que sólo era una obra de teatro. En un momento el gorila comenzó a golpear la reja, las luces se prendían y apagaban, y el corazón del niño ya se salía por la boca.
La función terminó y la cara de terror infantil no se podía disimular. Al salir les dije a los actores: "mi hijo no olvidará nunca esta función".
"Le vimos la cara de susto que tenía", dijeron entre risas.
Al final nos fuimos caminando por la Avenida Alemania, hablando sobre historias de gorilas y fantasma, como los dos mejores amigos que somos.


ajenjoverde@hotmail.com

12.10.2008

El señor de los helados


Dos grandes "cooler" llenos de latas de cerveza y hielo son la principal atracción de un paseo al lago Peñuelas, donde nuevamente con un grupo de amigos nos "tomamos" este hermoso Parque Nacional de Valparaíso.
La patota se junto en un supermercado, donde compramos las cosas que nos faltaban y partimos en un pequeño bus de transporte escolar.
Eran las 11.30 de la mañana y todos, con una latita de cerveza, entonaban canciones de paseo.
"En el fondo de la mar" (gritaba yo), mientras el coro repetía "paranpanpán".... Y así nos fuimos cantando y chacoteando hasta que llegamos al hermoso parque.
Los niños estaban felices ya que la naturaleza los saca de la sicótica urbe de cemento y caca de perro, mientras nosotros tirábamos choripanes, tutos de pollo y uno que otro pedazo de vacuno, que comíamos en pedacitos.
En la mitad del asado escuchamos el clásico sonido del cacho que tocan los antiguos heladeros.
Un vendedor, seguramente vecino del sector, con su caja de madera llena de paletas a 150 pesos recorría el lugar tranquilamente.
Lo llamamos, les compramos unos helados y con la humildad que entrega el vino tinto, lo invitamos a comerse su choripan.
El heladero se fue contento, pero al rato volvió a sentarse a la mesa y lo recibimos con un gran tuto de pollo.
"Ustedes son muy simpáticos, pero hay uno que está bastante curadito ya", decía entre risas, mientras el acusado se sonrojaba y seguía empinando el codo.
Yo conté la historia de un heladero de Quillota, a comienzos de la década de los 80, cuando las fábricas de estos productos no eran tan profesionales.
Los envoltorios no eran herméticos y corría el mito de que el heladero, debido al calor imperante, chupaba las partes finales de los helados. Los niños de la Villa Los Queltehues tenían que comprobar que el color del chupete no fuera blanco, ya que eso significaba que ya había sido repasado.
El heladero se enojó un poco y me dijo que nadie, en su oficio, podría hacer una cochinada tan grande. "Somos humildes vendedores, pero somos conocidos como Los señores de los helados, por nuestra noble tarea".
Todos le aplaudieron, mientras el más curadito del grupo trataba de tocar el cacho del heladero, en un acto que nos siguió sacando carcajadas toda la tarde.


12.03.2008

Y otra botella de Absenta cruzó el mar


Por Ajenjo


La más chica y revoltosa del clan Romero (que tiene como monarca a la famosa Carmen y su Teatro a Mil) llegó a mi casa con una botella de absenta debajo de su brazo.
Varias veces he hablado de ese licor, que también se llama ajenjo o absinthe, según el idioma o la preparación que se quiera utilizar.
La Romero chica se paseó por toda Europa y Corea con la obra de teatro "Neva" y me escribió un correo electrónico desde Barcelona. Inmediatamente le dije que por favor me trajera la botella de ese condenado licor que tiene más de 70 grados y un anisado color verdoso fosforescente.
Para pagarle su favor, preparé tres kilos de machas a la parmesana a la mediterránea, con unos ostiones y un ceviche de tres colores. Tomamos vino blanco y del otro, además de una buena dosis de humeante absenta.
La Romero relató que mientras estaba en una pieza de Seúl, la capital coreana, sintió que tocaban su puerta. Toda la compañía estaba reunida y el director le dijo: "Te tenemos que informar que tu padre ha muerto en Chile". Ella se trastornó un poco y trató de llegar al funeral de su amado progenitor, sin embargo, al final tuvo que seguir viajando y mientras se empipaba un absenta, señalaba que el fantasma de su viejito la acompañó hasta en los aviones.
Me fui a acostar esa noche pensando en la supuesta demolición del edificio de la Casa de Italia, en Viña del Mar.
Los efectos de la absenta me llevaron al pasado, a 25 años atrás, cuando fui a una fiesta de 15 años en ese castillo de la calle Alvares. Fue la primera vez que tomé champaña y con la fuerza de las burbujas doradas fui donde la niña que me gustaba, que danzaba con un cadete de la Escuela Naval. Le dije: "¿quieres bailar conmigo mejor?". Ella movió la cabeza negativamente, mientras su compañero de baile cerraba sus puños en señal de pelea. Totalmente mareado por el rechazo, terminé jugando videos y fliper en los Delta de calle Quinta, en un desesperado intento de no dejar la infancia.
¿A quién se le habrá ocurrido intentar demoler la Casa Italia, que está llena de recuerdos de numerosas generaciones de viñamarinos?
Al que tuvo esa idea, le recomiendo tomar absenta y ponerse a soñar por un buen rato y dejar de andar planificando estupideces arquitectónicas para la bella Ciudad Jardín.


ajenjoverde@hotmail.com

Tomándose los tragos con el Matías Bize


Por Ajenjo

Mi novia me invita al matrimonio de su mejor amiga del colegio y me dice que en la fiesta estará Matías Bize, el director de la película chilena "En la cama", quien también estudió en su colegio santiaguino.
El evento es en una casa campesre de La Reina, donde vive un connotado ginecólogo, padre de la novia.
Llego como a las siete de la tarde y después de la ceremonia civil empiezo a bajarme un pisco sour, mientras observo a Matías Bize, que se pasea tranquilamente conversando con sus ex compañeros de colegio.
A mi me hubiera gustado decirle en forma inmediata que en el tiempo que cubría el Festival de Cine de Viña del Mar pude observar la emoción del director Silvio Caiozzi, quien al término de la cinta "En la cama" lo abrazó como quien sabe que saluda a un pequeño genio.
La emoción en los ojos de Caiozzi era verdadera y honesta. A mi también me emocionó la película y lo di como ganador del certamen. No me equivoqué, ya que esa película ha obtenido más medallas que cualquier vino chileno.
Me hubiera gustado decirle que ojalá no se cumpliera la sentencia del poeta Jorge Teiller, quien afirmaba que cada artista sólo lograba una vez en la vida crear una joya y que después se diluía en el mar de la fama y los excesos.
Me hubiera gustado decirle muchas cosas y apuraba mi pisco sour para sacar fuerzas de flaqueza, sin embargo, en la ronda de conversación hablamos de moteles y él mostró una tarjeta VIP para ingresar al mítico Hotel Valdivia de Santiago.
Después vino la fiesta. Yo me senté en la mesa número 1, de los novios, y conversé con el simpático ginecólogo, quien me servía generosos pedazos de carne en mi plato.
Después los primos de la novia se mandaron el tremendo show travesti. Las mujeres disfrazadas de huaso y los hombres de china hicieron un baile que sacó carcajadas de los asistentes.
Como a las tres de la madrugada y con cinco "whiskolas" en el cuerpo, me acerqué a Matías Bize, quien bailaba como un trompo cucarro.
Le alcancé a decir algunas cosas, seguramente con una modulación muy peculiar. Me preguntó donde trabajaba como periodista, me quedó mirando por algunos segundos y dijo: "¡Grande La Estrella de Valparaíso!".
Salud por Matías Bize y sus próximas películas.