12.30.2010

Me pongo de pie y grito al cielo: ¡Muchas gracias Universidad Santa María!

Por Ajenjo


Voy camino al restaurante Altzaga, ubicado en el cerro Concepción, donde hay un evento gastronómico dirigido a los periodistas y organizado por la Universidad Santa María. Tengo algunos problemas internos en mi cabeza, pero trato de disolver la tormenta cerebral y concentrarme en esta actividad que incluía una cata de vinos.
Al llegar me encontré con varios colegas con caras de sedientos, que esperaban afuera del local. Al ingresar me di cuenta que el evento era de “categoría internacional” ya que el barman me pregunto qué quería de aperitivo.¿Dígame qué trago le gusta y yo se lo preparo? a palabra vodka me salió como mágicamente y el profesional mezclo jugo de maracuya y otros líquidos que me dejaron de entrada bastante dañado.
Después llegó la cata. Aquí un especialista en el tema de los caldos se mando una amena charla. Un juego de cuatro copas enfrentaba a cada comensal. No memoricé cada cepa que probamos, pero recuerdo una llamada Nebbiolo, que nunca había tenido la oportunidad de degustar. Se da en Italia y cada trago de ese bendito licor causaba que me sintiera en el Paraíso, donde todos los conflictos se diluían al ritmo del sonar de copas.
Después de la entretenida cata, donde el sommelier me advirtió que “si quiere dejar vinos de guarda tienen que costar sobre 10 mil pesos”, llegó la cena. Pedí un tiradito de un rico pescado y de segundo un atún sellado con fuerte pimienta. El pescado, rojo en su centro, se cortaba con el tenedor. Un plato con mucha personalidad, que provocó que muchas copas de petróleo se bajaran rápidamente.
Del postre ya ni me acuerdo, pero todo era muy rico y con una atención de lujo.
Al final rematamos con unos rones con cocacola en vasos gigantescos, que obviamente causaron que las ideas se mezclaran extrañamente.
¿Qué puedo decir? Una invitación excelente, en un restaurante porteño donde se está rindiendo culto a Baco en todo su esplendor.

ajenjoverde@hotmail.com

¿Qué pasó en la muestra gastronómica de los asadores?

Por Ajenjo

Estoy bebiendo, con muy mala cara, un vino de marca San Pedro, “de exportación”, sin cepa reconocible, en una actividad llamada Muestra Gastronómica o Encuentro de Asadores, en la Avenida Altamirano.
¿No es Chile uno de los países con el mejor vino del mundo? ¿Cómo es posible que sirvan este vinagrillo en algo con apellido de “gastronómico”?
El petróleo de baja ley no sólo fue lo que me amargó, en esta actividad relacionada con el Forum de las ulturas (que ha estado bastante bueno), sino que la desorganización total y la falta de experiencia que se dejó entrever claramente.
Mi intención era comer y tomar lo más posible y me compré varios ticket multicolores por 4.500 pesos. El asunto era más enredado que “una pelea de pulpo en un plato de tallarines” ya que nadie entendía para que servían los de color azul, rojo, verde o amarillo.
Tuve que hacer una cola de una hora para que me dieran un pedazo de carne que podría haber asado en mi casa, sin ninguna gracia. Después pasé por algunos stand donde unos cubanos regalaban arroz frío con unos pedazos de mechada (ropa vieja le llamaban). También me comí un pescado en papel de aluminio más desabrido que bailar con la hermana.
Para los que hemos visitado muestras gastronómicas de ciudades o países, sabemos que el concepto es totalmente otro. Uno paga por entrar a una feria donde diversos restaurantes venden uno o dos platos de su carta en pequeñas porciones. Así uno va pagando de lugar en lugar, según sus gustos e intereses. Por último pagas un solo precio (8 mil o 10 mil pesos) y comes todo lo que quieras en las diversas carpas.
Aquí la cosa no resultó, pero la idea estaba bastante buena. Además el lugar era ideal, hermoso, y hay que seguir utilizándolo.
Cómo me gustaría una muestra gastronómica con el Caruso, el Pasta y Vino, el Malandrino, El Amaya, Casa Higueras y otros locales vendiendo lo mejor de su carta en porciones de tres mil pesitos.
¡Y con un vino que se pueda beber sin que la garganta se espante, por favor!

ajenjoverde@hotmail.com

Camino al extremo recital de Rammstein

Por Ajenjo

Estoy en un café internet de Santiago, tratando de despachar esta columna en forma desesperada, ya que en algunos minutos más ingresaré al recital de Rammstein, ese grupo alemán de metal industrial extremo, donde seguramente pasarán muchas cosas que les relataré más adelante.
El calor en esta ciudad es sofocante y pienso en mi Valparaíso querido, y lo echo de menos.El pasado fin de semana recibí a una simpática pareja de santiaguinos y los llevé a conocer las bondades del Fórum de las Culturas 2010. Terminamos en un sector denominado “Tornamesa”, cerca de la estación de trenes Barón, donde habían muchas locales. Uno de los stand que más me sorprendió fue el de la ciudad de Quebec. rimero te podías tomar una foto detrás de un paisaje canadiense. Anotabas en una pantalla tu correo electrónico y la imagen llegaba en un par de días.Después podías observar una maqueta de un gigantesco granero, donde se proyectan hermosas imágenes, muy parecido al show que montaron en La Moneda para el Bicentenario.
El lugar donde está Nápoles es ultra potente. Primero te ponen un casco para que puedas recorrer sin problemas el lugar (es que el recinto está bastante dañado). Hay muchas pantallas de alta definición que proyectan como era la vida hace muchos siglos (onda Imperio Romano).
Además de estos lugares, había gente vendiendo artesanía y otras “macanas”, como las llamaba mi abuelo que se murió hace ya muchos años de un cáncer en todo el cuerpo.
Después de mirar todas estas maravillas me fui a comer helado al “Emporio La Rosa”, la última novedad cuica que llegó al Puerto. Me encontré con mi amigo el escritor Francisco Casas, quien no me reconoció, hasta que le dije: “si estuviste en mi casa, con el Yura, viendo diapositivas de seres deformes”. Ahí se acordó y me estiró su mano amigablemente.
El “Emporio La Rosa” vende buenos helados. Todo, al parecer, es bastante sabroso y con mucha onda, pero hay que tener el billete largo. El helado de “niño” vale 1.100 pesos y es sólo una pequeña bolita. A pesar de estos precios la gente va por lo nuevo y siempre sus mesas están llenas, y nadie quiere perderse estos nuevos sabores que inundan El Puerto.
Al final terminé donde un amigo arquitecto que celebraba sus 40 años de edad. El evento era en las parcelas,
frente al cementerio Parque del Mar, de Concón.Mi brother contrató Dj y puso luces en su gigantesca casa de madera, mientras la fauna bebía y comía pizza de cebolla. Me encontré con gente que no veía hace miles de años. Uno de mis amigos estaba pololeando con una tarotista quien, en medio de la fiesta, le mandó la tremenda cachetada que, al parecer, puso fin a esa relación.
Al final volví temprano a la casa y ahora me voy al recital, donde el grito de Rammstein, Rammstein ya está inundando mi cerebro en toda su totalidad.

ajenjoverde@hotmail.com

El retorno a Pedro Aznar y al mítico Bar La Playa

Por Ajenjo


Mi bella esposa me dice que estoy bebiendo mucho en las actividades sociales y que siempre terminó “transmitiendo” y que sería bueno que me calme un poco. Como un buen esposo. le hice caso y decidí asistir al recital gratuito de Pedro Aznar, por el Forum de las Culturas, en la Plaza Sotomayor, muy compuesto y ordenado.
Incluso me corté el pelo y mis patillas setenteras fueron derribadas por mi peluquero Pablo, en un cambio de look veraniego. Llegamos muy temprano al recital y nos sentamos en las blancas sillas, mientras una folclorista entonaba un trote nortino en el escenario.Después de una hora de actuación la mujer seguía cantando a la geografía chilena. Iba como por Puerto Montt cuando escuché la frase: “Podríamos ir a tomar unas cervecitas a la espera de Pedro Aznar”. “¿Pero cómo es la cuestión?”, le dije, mientras desocupábamos
nuestras sillas y caminábamos hacia el mítico Bar La Playa.
Hacía años que no entraba a este reducto noventero, que fue la sede principal del retorno del carrete a Valparaíso, luego de años de toque de queda y represión fiestera. Recuerdo haber entrado a una gigantesca masa humana que bailaba sin parar en todas las esquinas del adornado bar. Ahí aprendí a comer chorrillana, a beber vino tinto barato y conversar hasta que los pajaritos advirtieran la presencia de los rayos solares.
En el Bar La Playa (llamado por todos El Playa), también recité varias veces, en unos llamados miércoles de poesía, y conocí mucha gente interesante y divertida.
Pedimos unas cervezas y volvimos al recital. Pedro Aznar ya cantaba sus poéticas tonadas. Se mandó “Media Verónica”, de Andrés Calamaro, y me embargó la emoción, provocando que la sed sacara terreno en mi cerebro.
Antes que terminara de cantar nos fuimos al “Moneda de Oro” (ahora más famoso que nunca por el caso Alinco) y me tomé unos rones con cocacola, mientras hablaba y hablaba del mundo y sus consecuencias.
Bastante dañado tomé el taxi a mi casa, mientras mi esposa recriminaba nuevamente mi estado.
“Llevarme a un bar es lo mismo que traer un niño a una dulcería”, alcancé a decirle antes de que se me cerraran los ojos.

ajenjoverde@hotmail.com

En una kermesse escolar con los nervios rotos y mucha sed



Por Ajenjo


Estoy en un juego inflable controlando la entrada de decenas de niños pequeños que quieren tirarse por un tobogán.Como buen padre cumplo con el turno de la kermesse de mi hijo en su colegio y transpiro mientras corto los tickets y los meto en una bolsa plástica.
Una apoderada me dice que deje de trabajar y que vaya a ver a mi hijo, “que parece que se cayó y se pegó muy fuerte”. Llego a un patio con un poco de pasto y hombres de terno, que eran guardias de seguridad, rodeaban a mi hijo que tenía un chichón gigante y un poquito de sangre en la frente. Una inspectora lo levantó, mientras otras madres gritan histéricamente: “no lo muevan, no lo muevan”.
Lo llevamos a la sala de primeros auxilios y ahí le pusieron hielo y lo dejaron reposando, mientras yo le hablaba y le decía: “porque no eres como los otros niños, por qué siempre terminamos así”.
Esa frase me la dijo mi padre cientos de veces y ahí estaba yo, repitiéndola en este karma generacional que continuará indefinidamente.
Con los nervios rotos y mi hijo de nuevo corriendo por los patios de su escuela sigo haciendo el turno en la kermesse. Al terminar me encuentro con una ex polola, muy crespa, de Playa Ancha, y me dice que una banda de rock está tocando en el gimnasio. Vamos hacia ese sector y nos encontramos una barra de bar que vende ron, vodka, whisky y cerveza. “Un roncito no me haría nada mal para componer mis nervios”, me digo, mientras pago el trago.
Me lo bebo rápidamente mientras converso con la chiquilla, ahora toda una señora, y decido ir en busca de mi hijo. “Parece que están todos en la discoteca”, me dice otra apoderada y yo no puedo creerlo. Avanzo hacia ese lugar, donde el regaetton sale por los parlantes a todo volumen, y pienso que mi hijo, de sólo 10 años, no puede estar meneándose con esos ritmos caribeños.
El guardia no me quería dejar entrar, “ya que está prohibido para los padres”, pero después me dejó ingresar y obviamente el pequeño no estaba en ese lugar.
Respiro tranquilo y al final lo encuentro jugando y corriendo por el patio.
“Ojalá nunca crecieran”, rezo para mis adentros, mientras tomamos, a la medianoche, la micro de retorno a la casa.

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12.29.2010

Con el acelerador apretado en el Forum de las Culturas 2010

Por Ajenjo
Estoy en la Gala del Vino, en el Mirador Yugoslavo, bebiendo mostos de alta ley. Entré al evento gracias a mi bendita credencial de prensa, que me permitió saborear quesos, chocolates y tomar petróleo del bueno.
Después de unas diez copitas, de pequeño tamaño, decidí irme a la casa, ya que el viento porteño me estaba entrando fuerte en la cabeza.
Al otro día me desperté feliz y me fui donde mi amigo personal y pintor, Andrés Ovalle, donde me encontré con sus cuadros de la ex Presidenta Bachelet. Entre el público rondaba la bella ex ministra Paula Quintana, entre otros personajes locales.
Antes de almorzar visité la exposición fotográfica instalada en la Estación Puerto. Sinceramente quedé con la boca abierta. Creo que es una exposición de nivel europeo, que no tiene nada que envidiarle a muestras instaladas en Milán o Nueva York. Además, el edificio está impresionante y ojalá reciba más muestras. Me fui a comer una chorrillana vegetariana al restaurante El Jardín del Profeta, que está muy recomendable. Todo rico y muy saludable. Ver exposiciones cansa mucho y me fui a descansar a la casa y prepararme para ver al escritor Pedro Lemebel, en el Salón Blanco de la Piedra Feliz. Llegue a las 9 en punto y mi mochila llena de libros del famoso cronista para que pusiera su rúbrica. Recién estaban abriendo el bar y los escritores participantes del encuentro estaban con una sed tremenda y presionaban a las meseras por un “tragullo”.
Me senté tranquilo a la espera de Lemebel. Llegó como a la medianoche y aproveché un momento para conversar. Le dije que hace 10 años le había regalado mi primer libro de poemas y que nos habíamos pegado varios carretes en Valparaíso. El cronista me reconoció y me dijo que estaba un poco cansado, ya que lo habían operado de un cáncer en la garganta. Pidió una copa de vino, que bebió con mesura mientras me autografiaba los textos.
El domingo terminé con Los Jaivas, cantando a todo pulmón Las Alturas de Machu Pichu, mientras pensaba que el Fórum de las Culturas está muy bueno y hay que seguir aprovechando las actividades.

ajenjoverde@hotmail.com

Buscando un completito en el C° Alegre

Por Ajenjo

Son las seis de la tarde y con mi hijo decidimos ir a comer algún “sanbiruche” en algún local del Cerro Alegre. Le advierto que es fin de mes y que los morlacos están bastante escasos, por lo tanto hay que buscar algo barato. Esta característica no es una situación que actualmente exista en el cerro, donde cada restaurante que se abre está cobrando entre 7 y 10 lucas por cuatro papas y un pedazo de carne.
Alguien me había advertido que se había abierto un negocio llamado “Obelix”, donde despachaban completos y Barros Luco. Llegamos hasta ese local, en calle Grossi y estaba abierto, pero no había nadie. Sólose veían unas papas fritas, terriblemente cocidas, en un colador. Grité “aloooooooo” y nadie
salió. Me dio mala espinay me largué.
Llegamos hasta un local del cerro Concepción, relacionado con el Emeterio de Concón, donde venden
empanadas. Nos sentamos en una mesa del segundo piso, y sólo había un lugar ocupado por tres tipos de aspecto bastante dudoso.
Nosotros pedimos nuestras empanadas (yo me comí una Emeterio de 3.500 pesos llena de mariscos) y los tipos se engullían gigantescos platos de locos, machas a la parmesana, calugas de pescado y mucho vino
blanco.
En un momento uno de los tipos se paró a hablar por celular y después se fueron los otros. El mozo apareció a los minutos y grito: “donde están los de esa mesa”. “Se fueron” les dije y su cara se cayó al suelo. Al irnos mi hijo me pregunto porque se llamaba a eso “perro muerto” y le dije que en el cerebro del garzón, producto de la rabia, queda un perro muerto en el cerebro. ¿Será así?

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La revolución del Forum de las Culturas 2010

Por Ajenjo

Revolucionado está Valparaíso con esto del Fórum de las Culturas 2010. Todo el mundo habla y comenta, pero todavía no conozco a nadie que sepa exactamente de que se trata todo esto. Lo bueno es que ya hay varias actividades en carpetas y que alegrarán la vida de esta ciudad tan extraña, tan carnívora y tan adictiva.
Personalmente, con mis amigos, nos estamos preparando para el recital que Los Jaivas ofrecerán en la Plaza Sotomayor.
Tengo la certeza y la conciencia que muchos dirán: “Los Jaivas, de nuevo, uufff”, “Los Jaivas ya no son Los Jaivas ya que la mitad del grupo está muerto”. A mi no me importa nada de nada. Tengo un fanatismo incondicional con ese grupo que abrió mis oídos a la música. Creo que el rock cósmico andino que ejecutan llega a su mayor cúspide con “Alturas de Machu Pichu”, obra musical comparada con The Wall u otros discos conceptuales de alto poder creativo.
Ese domingo 31 de octubre tengo pensado hacer una comida marina en la casa. Machas y ostiones a la parmesana, ceviches y otras preparaciones, más mucho vino blanco del bueno, serán el aperitivo para llegar a escuchar los versos de Neruda transformados en rock (tocarán el disco entero, sin pausas). Tengo hasta mi polerita de Los Jaivas, comprada afuera de la Quinta Vergara cuando cumplieron 40 años como grupo, para llegar hasta este recital. Será a las 5 de la tarde, con solcito primaveral y ambiente de Halloween. Toda una onda rara.
Otra de las actividades que quiero ver junto a mi hijo es la exposición del Gonzalo Ilabaca. Una de las razones por las que saqué fuerzas para recorrer México y la India fueron sus pinturas que una vez observé en la Galería Modigliani, en Viña. Esos colores, esos personajes que se van a esfumar dentro del cuadro, son necesarios para entender esta ciudad. Me gustaría que a mi hijo le quedaran grabadas en sus neuronas estos paisajes.
También quiero ver a la viuda de Borges (la enigmática Kodama y su pelo albo).
¡Qué todo salga bien!

ajenjoverde@hotmail.com

Aunque duela: El pisco peruano es más rico que el pisco chileno

Por Ajenjo

Llego a Lima, capital del Perú, un viernes feriado por el Combate de Angamos. El taxista, un tipo muy amable y conversador como la mayoría de los peruanos, nos cuenta detalles de la ciudad y nos explica donde comer y carretear. Después de dejar las cosas en el hotel llegué a un restaurante y me tomé tres pisco sours. Quedé súper loco y salí a caminar por el hermoso barrio de Miraflores.
Paseo por la costanera y un niño, como de un año y medio, se baja los pantalones frente a nuestro grupo y nosotros pensamos que nos reconoció como chilenos y quiere llevarse de retorno el Huáscar. Nos topamos con un gran monumento al amor. Muchas parejas se besan alrededor. Un matrimonio, conformado por una novia vestida de blanco de 15 años y un joven de 16 aproximadamente, se toman fotografías. Es como un ritual urbano.
Quedé tan cansado con la caminata y los pisco sour que dormí hasta el otro día.
Me desperté y tomé el bus Metropolitano, que te lleva hasta el centro. Ahí me empine unas Pilsener Callao para tirar para arriba el ánimo. En la noche me fui al distrito de Barrancos y me metí precisamente al bar la Noche donde un tal Daniel F, onda el Chinoy peruano (pero como de 50 años) cantaba canciones de protesta. En un momento se lanzó Te Recuerdo Amanda, de Víctor Jara, y una lágrima salió de mi cerebro
directo al vaso de ron.
Seguí bebiendo en el ultra taquilla bar Ayahuasca, considerado uno de los 35 mejores bares del mundo. La onda era cuica étnica y en el baño muchos hombres se “espolvoreaban” la nariz, tratando de pasar desapercibidos.
Terminé esa noche en el casino Atlantic City al ritmo de las máquinas tragamonedas y más roncito. El tercer día tome vino blanco con pescados de alta calidad y rematé con un bajativo de pisco acholado, puro, que bajó por mi garganta, transformándose en uno de los licores más ricos que he probado en mi vida.
El último día me lancé dos pisco sour más y tengo que decirlo con todas sus letras y no me importa nada: el pisco peruano le pega veinte patadas a los piscos chilenos.
La verdad es la verdad y punto final.

ajenjoverde@hotmail.com