12.03.2008

Y otra botella de Absenta cruzó el mar


Por Ajenjo


La más chica y revoltosa del clan Romero (que tiene como monarca a la famosa Carmen y su Teatro a Mil) llegó a mi casa con una botella de absenta debajo de su brazo.
Varias veces he hablado de ese licor, que también se llama ajenjo o absinthe, según el idioma o la preparación que se quiera utilizar.
La Romero chica se paseó por toda Europa y Corea con la obra de teatro "Neva" y me escribió un correo electrónico desde Barcelona. Inmediatamente le dije que por favor me trajera la botella de ese condenado licor que tiene más de 70 grados y un anisado color verdoso fosforescente.
Para pagarle su favor, preparé tres kilos de machas a la parmesana a la mediterránea, con unos ostiones y un ceviche de tres colores. Tomamos vino blanco y del otro, además de una buena dosis de humeante absenta.
La Romero relató que mientras estaba en una pieza de Seúl, la capital coreana, sintió que tocaban su puerta. Toda la compañía estaba reunida y el director le dijo: "Te tenemos que informar que tu padre ha muerto en Chile". Ella se trastornó un poco y trató de llegar al funeral de su amado progenitor, sin embargo, al final tuvo que seguir viajando y mientras se empipaba un absenta, señalaba que el fantasma de su viejito la acompañó hasta en los aviones.
Me fui a acostar esa noche pensando en la supuesta demolición del edificio de la Casa de Italia, en Viña del Mar.
Los efectos de la absenta me llevaron al pasado, a 25 años atrás, cuando fui a una fiesta de 15 años en ese castillo de la calle Alvares. Fue la primera vez que tomé champaña y con la fuerza de las burbujas doradas fui donde la niña que me gustaba, que danzaba con un cadete de la Escuela Naval. Le dije: "¿quieres bailar conmigo mejor?". Ella movió la cabeza negativamente, mientras su compañero de baile cerraba sus puños en señal de pelea. Totalmente mareado por el rechazo, terminé jugando videos y fliper en los Delta de calle Quinta, en un desesperado intento de no dejar la infancia.
¿A quién se le habrá ocurrido intentar demoler la Casa Italia, que está llena de recuerdos de numerosas generaciones de viñamarinos?
Al que tuvo esa idea, le recomiendo tomar absenta y ponerse a soñar por un buen rato y dejar de andar planificando estupideces arquitectónicas para la bella Ciudad Jardín.


ajenjoverde@hotmail.com

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