7.29.2008

Adorando a Baco en Maitencillo


¿Habrá algún lugar más hermoso para comer machas a la parmesana que la terraza del Chiringuito, en Zapallar? Sinceramente no lo creo y tuve la oportunidad de experimentar esa sensación en una semana de estadía en Maitencillo, donde me relajé haciendo dolorosos sacrificios al dios Baco.
Partí comiendo empanadas de macha queso en "Las Deliciosas", en Concón, que se convirtió en una introducción gastronómica que explotaría en los próximos días.
Llegué a Maitencillo y me preparé para recibir a mi brother fotógrafo, que junto a su novia y mi hijo, se convirtieron en cómplices de esta aventura que nos dejó a todos con el ombligo parado, tocando batería y peinados para atrás.
Una tarde partimos a conocer el bello Papudo y a comer empanadas de ostión queso. Después la parada en el "Chiringuito", donde nos zampamos machas a la parmesana y unos locos , mientras las gaviotas y pelícanos se lanzaban al ataque. La vista es una de las más hermosas de Chile y comer en ese lugar se convierte en una experiencia sobrenatural.
En la noche llegó mi novia, quien también exigía ingresar al culto de Baco. Se comió unas machas al librillo en el restaurante de La Caleta de Maitencillo y nos preparamos para el segundo round.
Al otro día conocimos el restaurante chileno "Caballito de palo", ubicado en Puchuncaví. Pastel de choclo, lomo vetado y empanadas fueron parte del menú. Al final nos trajeron unos bajativos de menta que le llamaron mucho la atención a mi hijo. El mozo, alertado por la curiosidad, le consiguió una copa de granadina, para que también pudiera brindar con ese grupo de simpáticos locos.
El último día fue el remate de oro. Mos sentamos en una mesa del restaurante Punta Mai, ubicado en Maitencillo, y me comí dos platos de erizos que me dejaron pensando por mucho rato.
En ese local sirven las machas a la parmesana en unos calientes platos de greda y los chupes de loco son mezclados con queso, convirtiendo todo en una grata experiencia culinaria.
En ese restaurante nos pilló una lluvia dominguera, pero las salamandras encendidas permitían a los comensales andar con polera y mirar como el mar se juntaba con el cielo.
De retorno a Valparaíso pienso en el paraíso que tenemos a sólo una hora de viaje y creo que cuando el cuerpo y la mente quieran jubilarse, el mejor lugar para ver las últimos años de realidad podría ser esta zona costera.
¡Y viva Baco y todos sus seguidores!




7.22.2008

Perro muerto


Por Ajenjo

Tengo un amigo que en los tiempos del colegio se jactaba por ser un experto en hacer “perro muerto”, que consiste en pedir para beber y comer en un lugar y después esfumarse sin pagar.
Nosotros le decíamos que lo que estaba cometiendo era un delito grave y que para más remate era el garzón quien tenía que pagar la cuenta. “Un día te van a meter preso por gil”, le repetíamos a coro.
La primera vez que nos hizo una de sus gracias fue en el ya extinto Liguria de Viña del Mar. Muy pocos se acuerdan que el ya mítico local santiaguino trató de instalar una sucursal en plena Avenida Valparaíso y le fue como las reverendas. Fue en ese Liguria que estábamos con mi amigo y otros socios de carrete y yo me levanté al baño. Al volver no había nadie en la mesa. Me vino un ataque de nervios y lentamente me asomé a la salida y alcancé a ver a mis amigos correr como locos y perderse en una esquina. Apenas tenía para pagar mi cuenta y también salí corriendo y nunca miré atrás.
Al rato nos encontramos todos en los juegos electrónicos Delta que estaban instalados en la calle Quinta y empapelé a garabatos al líder del “perro muerto”. Traté de aconsejarlos de volver y pagar la cuenta, pero todos estaban bastante asustados y calabaza, calabaza, todos se fueron para la casa.
La segunda y última vez que salí con este tipo fuimos a comer chorrillanas al J. Cruz Martínez. Al parecer el experto en “perros muertos” ya conocía el local y nos sentamos al lado de una ventana que daba al oscuro pasillo por donde se accede al restaurante. Como buenos viñamarinos llegábamos al Puerto en busca de exóticas aventuras y siempre, en las primeras veces, te llevaban a comer a este living-museo.
Pedimos harto vino y chorrillanas. Mi amigo se pidió unos rones con coca cola e invitó al grupo a pedir el bajativo que quisiéramos. Todos bebían de lo lindo, pensando que mi amigo era un alma millonaria y generosa. Toda la ilusión se rompió cuando a la hora de pedir la cuenta el tipo abrió la ventana y saltó hacia el pasillo en menos de un micro segundo. Todos quedamos impactados con la escena y el mozo llegó a preguntarnos por la extraña actitud de nuestro socio. A regañadientes juntamos moneda tras moneda y pagamos la abultada cuenta que nos dejó nuestro ex amigo.
Ahora, con la calma y prudencia que entrega la distancia temporal, me dan risa muchas de esas situaciones, sin embargo, nuestro amigo era un “barsa” de tamaño mayor y que ahora está con graves problemas económicos, con juicios por cheques rebotados y toda la mala experiencia del que vive sin tener ni uno en los bolsillos. “Árbol que nace torcido jamás se endereza”. La pura y santa verdad.

ajenjoverde@hotmail.com

7.18.2008

Aznar y las Sex and the City


Hace más de cuatro años escribí una columna llamada “Aznar el antirockero”, donde describía un encuentro con este gran músico argentino en el Cinzano.
Ahora la historia vuelve a repetirse y nuevamente me encontré con Pedrito, a quien le pinté un poco el mono debido a la emoción y las copas de una noche más de agitada bohemia porteña.
Ese sábado andaba con mi novia y tres amigas santiaguinas que eran las clones de las Sex and the City. Las cuatro muchachas caminaban por las calles del cerro Bellavista y las confundían con “europeas” por su belleza y su áurea de cuicas buena onda.
Mi amiga productora me avisó que Pedrito Aznar, junto a sus amigos, visitaría primero el restaurante Caruso y luego el Cinzano, donde realizaría un homenaje a Carmen Corena.
Les avisé a las Sex and the City, y una de ellas me encargó un disco para que el artista lo firmara, ya que su hermana era fanática.
Hicimos “la previa” en el departamento de mi novia, tomando un Vodka Absolut con aroma de pera y unos wiskachos.
Llegamos al Cinzano que, para variar, estaba repleto, pero en menos de una hora ya nos habían conseguido una mesa y vimos la aparición del antirockero argentino. Con su tremenda humildad me firmó el disco y luego posó junto a las Sex and the City, quienes sonreían felices por estar cerca del artista.
Como agradecimiento le besé la mano y me miró con asombro, empezando a percatarme de que ya estaba bastante chispeado, por decir lo menos.
Aznar salió a cantar tango y remató con el Chipi-Chipi. Salí a bailar y arengaba a la gente del restaurante con gritos bastante desproporcionados.
Después salió un mozo y se puso a cantar el himno del Santiago Wanderers y, como ya es mi costumbre, rematé gritando por el campeón Everton.
Alfredo Troncoso, de la productora Macondo y responsable de la venida a Chile del artista trasandino, le explicó mi osadía.
Las Sex and the City ya me habían bautizado como el “hiper” (por hiperventilado) y el remate final fue cuando pasé, como un feliz cometa, por arriba de la mesa y aterricé junto a Pedro Aznar. “Te recitaré un poema dedicado a las prostitutas de la región”, le dije modulando a duras penas. El poema se me diluyó en la mitad de la recitada y jamás olvidaré los ojos de huevo frito que me ponía el famoso artista, mientras yo volvía a la mesa conCarrie, Charlotte, Miranda y Samantha, quienes se reían a mandíbula batiente de mi humilde persona.


ajenjoverde@hotmail.com

7.07.2008

Carreteando con los ABC1

Por Ajenjo

Entro al restaurante “Delicias del Mar”, de Cochoa, con el padre y la madrastra de mi novia, una pareja de famosos arquitectos santiaguinos que calzan perfectamente en el estrato social ABC1, es decir , con mucho dinero.
Les recomiendo almorzar el plato denominado “Reineta viñamarina”, que es una especialidad de ese local gastronómico que pronto se convertirá en el “Congrio margarita”, que es una preparación que se repite en toda la costa chilena.
Fuimos a bajar el almuerzo al Cementerio Parque del Mar, donde aproveché de visitar la tumba de mi padre, a quien tengo bastante abandonado debido a la distancia del camposanto.
En la noche invité a mis nuevos suegros al restaurante “Caruso”. Ahí comimos de todo al ritmo de unos buenos tintos y nos fuimos a acostar.
La pareja de arquitectos andaba con su hijo y se quedaron a dormir en el hotel Robinson Crusoe, del cerro Bellavista, ya que estaba a sólo cuadras del departamento que arrendó su hija, quien dejo Santiago en busca de suerte y amor en estas tierras porteñas.
En la mañana fuimos a la feria de antigüedades del Parque O’Higgins, donde pude comprobar el nivel adquisitivo de los ABC1. En un par de horas se gastaron casi todo mi sueldo en muebles de madera y mármol, que con mi mejor cara tuve que cargar hacia el automóvil gigante.
Cerca de la una de la tarde recorrimos la bahía que festejaba a su patrono SanPedro. Subimos por el ascensor ElPeral y decidimos entrar al restaurante “Apolo 77”. Eran las 15.00 horas y el local estaba casi vacío. Un mozo nos ofreció una carta metálica que tenía muy pocos platos a unos precios exorbitantes. Salimos arrancando hacia “La Colombina”, que mantenía exactamente el mismo panorama, salvo que por una carta más nutrida.
Finalmente terminamos en el “Café Turri”, donde a pesar de las malas críticas que siempre recibe este restaurante, nos comimos unos ricos caldillos de congrio y chuletas de cordero a la menta.
Durante todo el fin de semana casi no desembolsé plata de mi bolsillo y participé de cenas y almuerzos bastante suculentos y caros. La familia de arquitectos santiaguinos pertenecía al segmento ABC1, pero al momento de la conversa y de tirar talla eran bastante buena onda, transformando las veladas en momentos agradables y para nada siúticos o tensionantes.
En síntesis, eran buena gente y buenas personas, desmitificando los fuertes prejuicios que algunos tenemos.


ajenjoverde@hotmail.com

7.01.2008

Luto

Por Ajenjo

















Q.E.P.D.
CARMEN CORENA
1936 - 2008
















PD: En uno de los momentos más tristes y confusos de mi vida, Carmen Corena me apoyó como una segunda madre. Fue mi "mamá bohemia" y no tengo palabras para escribir sobre su muerte.