10.11.2011

El dorado placer del whisky (Los copetes de mi vida 6° parte)

Por Ajenjo


Desde que tengo uso de razón que el whisky siempre ha sido uno de los tragos que más impacto causa en la gente, no sólo por su sabor, su efecto cerebral y toda la onda que lo recubre, sino que también porque su efecto cañero es casí mínimo.

En mi niñez vivía en Venezuela y recuerdo a mi padre cargando cajas de Chivas Regal que llegaban de la Isla Margarita (zona franca). En ese tiempo no tenía la noción de que ese whisky específico es uno de los más ricos que existe y, había tanto, que los venezolanos lo mezclaban con ¡Coca Cola!, que ahora sería un pecado capital. Actualmente, y gracias a mi suegra, me he hecho un poco adicto al whisky con bebida, pero del que obviamente es más baratillo que un Chivas Regal.
Como ya les había relatado, uno de los licores que probé cuando era niño era el whisky, ya que debía preparáselo a mi padre, quien me había designado como su pequeño barman. Ese sabor quedó atado a mis neuronas memoriales y ahora, cuando lo bebo, vuelvo a los tiempos en que subía por la escalera de la casa de Chorrillos, en Viña del Mar, con un vaso largo, dos hielos y la pócima favorita de papá.
Uno de los que más me gusta es el whiskey (ya que no se llama whisky por prohibición escosesa) norteamericano Jack Daniels. Cuando cumplí cuarenta años, mi brother fotógrafo me regalo una botella especial, como el diseño de una gran petaca. Recuerdo abrir la botella a las doce de la noche y empezar a tomársela altiro, a lo puritano. Es el trago de los rockeros descarriados y locos. Una vez vi a Charly García, en un íntimo recital en el House Rock que existió en Valparaíso, donde casi se bajó una botella entera.
Personalmente considero al whisky un trago noble, pero muy fuerte para el cuerpo. A veces, cuando se me pasa la mano, me salen aftas en la boca, debido a lo calórico del líquido, que llega a quemar las mucosas. Por eso he decido abandonar ese placer de chocar los hielos con el dorado líquido adentro y mezclarlo con bebida para suavizar su power.
En Chile uno de los whiskys que más se toma en momentos importantes es el Jhonny Walker (o Juanito caminante). Una vez fui a un cuco matrimonio en Santiago, donde servían a granel el que tiene la etiqueta negra. Te puedes tomar un litro y siempre mantendrás la dignidad y en la mañana no sentirás nada en tu cabeza. Jamás he probado los que tienen etiqueta verde o azul, que son licores con muchos años de guarda y que seguramente, al beberlos, te pueden curar de cualquier enfermedad.
Sin duda que el whisky siempre estará dentro de mis tragos preferidos, pero como todo lo bueno en la vida, hay que tomarlo con moderación y cuidado. ¡Donde la viste!

ajenjoverde@hotmail.com

No hay comentarios.: