3.07.2006

Con Dióscoro en el Máscara


"Sed o no sed, esa es la cuestión"
(Proverbio guachaca)

"¿Te sabes el chiste de la primavera y Roy Roger?", me pregunta Dióscoro Rojas, el gran guaripola del movimiento guachaca de Chile, en una privada comida que se realizó hace algunos días en Valparaíso. "Cuéntamelo nomás", le digo, mientras una rica piscolita sirve de bajativo para una regada cena llena de chistes y comentarios políticos muy sabrosos y picarescos que causaron grandes carcajadas, de esas que sacan hasta lágrimas.
Los "guachacas" realizaron esta reunión clandestina en su restaurante "Ascensor hacia la Luna", inaugurado hace ya varios meses en la calle Victoria, sin embargo, el local todavía no puede entrar en funcionamiento por la maraña de trámites que impide a los emprendedores iniciar sus negocios en forma rápida y eficiente. Los militantes guachacas invitados eran obviamente Dióscoro Rojas, el catador de bondades Raúl Porto, un periodista de TVN y su buenamoza señora, mi brother médico, el cocinero cuyo nombre se pierde en la telarañada memoria y quien humildemente escribe esta historia.
Con mi socio llegamos tipín nueve de la noche y nos sirvieron unos pisco sour algo tibiones, pero que de igual forma se agradecieron. Después llegó la comida: el quiche "guachaca", que consistía en una masa delgada con tomatito fesco, queso y orégano. De segundo, un bistoco con ensaladas varias y papas duquesa. Chupamos del bueno hasta que se acabó y alguien mandó a comprar una botella de pisco para preparar el trago nacional más consumido por los sedientos bohemios: la muy poco respetable pero sabrosa piscola.
El choclo empezó a desgranarse como a las 11 y media. Nos quedamos los que siempre apagan las luces y seguimos contando chistes hasta que la botella entregó su última gotita. "Vamos al Cinzano a seguir la fiesta", grité ya emocionado y feliz. Fue así que con Dióscoro a la cabeza del grupo entramos a la tanguería más famosa del Puerto que se encontraba a punto de cerrar.
"Queremos conversar con Carmen Corena ya que posiblemente la elevemos como candidata guachaca que representará a Valparaíso en la gran competencia nacional que llevaremos a cabo este año", explicaba el catador de bondades, mientras le exigía a Rodolfo, el barman del local, que le preparara dos piscolas más, situación que fue imposible de concretar por las altas horas de la noche. Carmen Corena no se encontraba y les propuse ir al Máscara para seguir bebiendo y mostrarles cómo se enfiestan los jóvenes porteños. Sentados en una mesa frente a la pequeña barra del recinto seguimos la conversa con un grupo que ya había crecido, producto de otros guachacas militantes que la noche veraniega nos había adosado en forma cariñosa. De esta manera, escuchando a The Cure y Madonna, el tiempo siguió su etílico curso hasta que la conciencia invitó a que cada uno se fuera para su casa.
El carretón guachaca había llegado a su fin.

ajenjoverde@hotmail.com




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