8.10.2005

La cultura de Los Lecheros


(Al poeta Alejandro Banda)

Estoy en una habitación de madera escuchando recitar a un grupo jóvenes y adultos del cerro Los Lecheros, que aman la poesía y se reúnen para aprender en comunidad con respeto y tolerancia. Una señora se lanza un poema de memoria, que habla sobre sus "manos de empanada". Hay poder y magia en el ambiente. También hay un responsable: Alejandro Banda.

Conocí a este poeta hace varios años, cuando lo entrevisté para un programa de televisión sobre artistas jóvenes de la zona. Nos citó en la sala de maquinarias del ascensor Los Lecheros, donde se proyectaban diapositivas en el cuerpo mientras recitaba potentes textos sobre la ecología, el amor y la injusticia humana.

Banda ha logrado levantar, junto a la ayuda de sus vecinos, un poderoso centro cultural, donde todos están invitados y se conversa de literatura, arte o política, en un ambiente cargado de diversidad.

Fui llamado para recitar unos poemas y mostrar unas diapositivas. Llegué acompañado de un grupo bastante freak y carretero, que siempre me sigue a la hora de largar versos al viento. El escritor me saludó con un fuerte abrazo, me presentó a los asistentes y me sirvió en una taza un poco de vino tinto, que fue recibido con agrado por mi cerebro.

Entre los asistentes había varias jovencitas, caballeros de antigua data y gente normal y corriente de ese cerro porteño, quienes leían sus textos con la pasión que sólo tienen los poetas anónimos.

A mí me escucharon con máxima atención. En pocas oportunidades he podido recitar en forma tan intimista y con un público cariñoso e interesado en el trabajo artístico del otro. Algo que se agradece mucho.

El Centro Cultural Los Lecheros está ubicado en el llamado Patio Petrarca. Para llegar hay que pasar por el pasaje Quillota, que es la entrada al cerro Barón y que Manuel Rojas describe magistralmente en "Hijo de ladrón". Después hay que continuar por debajo de los rieles del ascensor y es toda una aventura para el primerizo. La vista panorámica de la bahía es espectacular.

Alejandro Banda me regaló su último libro, titulado "Poemas para separarse". Ya conocía el texto, donde el poeta dispara hacia el amor con su rifle de marfil blanco. Sus letras me llegaban a la hora exacta en el momento oportuno.

Con mi grupo de amigos salimos cargados de energía positiva y nos fuimos al Moneda de Oro, frente al edificio de la Intendencia. Ahí nos comimos unos sandwich de mechada y nos bajamos cinco botellas de colemono bien helado.

La conversación en el bar era muy entretenida y cómica. Era como si nos hubieran cargado las pilas con optimismo y buena onda. Arrastrabamos el poder que nos había dejado el agitador cultural, ese poeta quijotesco que mantiene encendida la llama de la cultura social. Un tipo consecuente que hay que admirar y cuidar en este Chile que rebalsa cinismo e hipocresía.

¡Adelante poeta Banda, sólo la muerte te detendrá!



ajenjoverde@hotmail.com

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