8.11.2005

Jugoso cumpleaños


Salgo de mi casa con dos bolsas blancas, de ésas que se utilizan
para ir a la feria, llenas de botellas de vidrio. Camino con
destino a una campana gigante de color azul, que tiene dos orificios
por donde se meten los recipientes y se ayuda a Coaniquem u otra
institución social de caridad.

Cada botella que saco de la bolsa tiene su historia, su propia
e individual historia, sin embargo casi la mayoría de los cuarenta
envases que reviento placenteramente al interior de la campana
de plástico provienen de mi cumpleaños, que el fin de semana
pasado fue celebrado como Baco y todos sus cómplices, mandan.

Para alimentar a la patota de amigos que llegó a la casa, decidí
comprar masas de pizza y champiñones, que actuarían como la base
para rellenarlos con aceitunas negras y verdes, palmitos, salame,
jamón, queso, espárragos, alcaparras y otras delicias, cuyo nombre
se me disipa en el huracán cerebral que experimenté.

No le avisé a mucha gente, ya que la mayoría llega solita, con
su botellita en la mano y las ganas de festejar en la otra.

A las 21.30 horas en punto sonó la puerta por primera vez, anunciando
que los socios y socias estaban dispuestos a parrandear sin
límites.

Mi hijo y yo, junto a mi bella novia Jacobé, habíamos ido a ver
a la matiné la película"Charlie y la fábrica de chocolates" y
salimos con la cabeza reventada. Hacía tiempo que no veía una
joyita del mago Tim Burton, tan perfecta y llena de dobles lecturas.

Ya en la casa, y gracias a las manos de una mexicana y un colombiano,
pudimos armar los champiñones y las pizzas y comenzar a recibir
a los invitados.

Unos me regalaron un abridor de vino que parece una pistola de
marciano. El mejor obsequio fue el de mi gran amigo médico, quien
me trajo un libro de fotografía llamado "Archivo histórico El
Mercurio. Imágenes 1973." El valioso documento tiene fotos de
niños viendo Titanes del Ring y jóvenes en Reñaca buscando lolitas,
además de La Moneda en llamas y todo ese triste cuento.

A las 12 de la noche Jacobé, que me había regalado una polera
negra con la palabra "miento" tatuada en el pecho, llegó con
una torta entre sus manos. Al apagar las velitas pedí 36 deseos
(uno por cada año de mi vida) y el más importante fue borrar
todo deseo de venganza y proyectarme a una felicidad plena.

Después del episodio de la torta, algo pasó por mi cabeza. El
demonio de los mil tintos me agarró como a Linda Blair en El
Exorcista y comencé a dar jugo, mucho jugo. La gente bailaba
"El galeón español llegó" y hacían trencitos y túneles. Yo me
subí al escritorio para cambiar la música, ya que el equipo estaba
en altura, y me tiré un piquero a la alfombra, pasando a llevar
a una de las Chicas Superpoderosas, que cayó al suelo, en medio
de las ebrias carcajadas.

Al final de la noche sólo quedaban dos invitados que aprovechaban
la penumbra del living para besarse furiosamente.

Yo miraba a Jacobé y volví a pensar en mi vida. Recordé a Cervantes
y su frase "las venganzas castigan, pero no quitan las culpas",
y me fundí en un abrazo lleno de cariño, ternura y amor del bueno.

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

LuiSaxo dijo...

te felicito , por el poder de la palabra .Ayer te conoci por la "Estrella" y me llamó la atencion tu blog , así que decidí visitarlo y me estoy realmente facinado por lo que se puede redactar y su facilidad que muestras para hacerlo .
saludos , ...nos estamos leyendo.Ok