8.11.2005

La Merluza (Cubo negro en Valparaíso)


Las santiaguinas son raras. La frase puede parecer algo fuerte,
sin embargo pude comprobarlo nuevamente con la aparición de mi
amiga pintora, La Merluza, que anduvo por la zona "pelando cables" y demostrando la locura capitalina.

La Merluza me avisó que junto a un colectivo de arte llamado
Caja Negra, realizarían una instalación en la Plaza Cívica de
la Intendencia Regional y después en la playa San Mateo, "y ojalá
puedas aparecer ya que estoy segura que te gustará".

Después de llevar a mi hijo al médico, ya que se había resfriado
por un carretón de Semana Santa en Cau-Cau, me aparecí por las
inmediaciones de la Plaza Cívica. A lo lejos pude observar un
gran cubo armado como mecano, sin paredes, con varios objetos
adentro.

El más impresionante era una pera de boxeador gigante de color
rojo, con un martillo y una hoz. Uno de los artistas le pegaba
con un bate de béisbol, mientras los transeúntes miraban con
extrema curiosidad lo que pasaba.

La Merluza estaba esperándome y la invité a comer unas empanadas
de queso al Moneda de Oro. Cuando estaba pidiendo la tradicional
botella de colemono, me advirtió que hace tres años que no tomaba
y que no quería romper su personalidad abstemia. Pedí sólo un
vaso grande del lechoso alcohol, mientras ella se bajaba un néctar y me mostraba el libro "Palabras mágicas para reencantar la tierra", de Ziley Mora.

El texto había sido escrito por una mujer que había convivido
con mapuches. Lo abro al azar y leo en voz alta la frase "ya
que es tan corto el tiempo en que vivimos, ¿no tendríamos que
volver a vernos?".

La Merluza asiente con la cabeza y me dice que nuestra amistad
está ligada con un viento especial. La miro fijamente a los ojos
y me doy cuenta de que está bellamente loca y seguimos conversando de nuestras tristezas, del yoga, del I Ching, de la ayahuasca y de San Pedro de Atacama. También le conté que había enmarcado un cuadro que me había regalado hace un par de años y que lleva por título "La mujer chancho".

Comenzamos a emigrar hacia San Mateo Beach. Paso a una botillería
y me armo con algunas latas de cerveza para observar el performance playero más a tono.

Sentados en las rocas, la pintora me revela que su actuación
consistirá en enterrarse bajo la arena, con una caja en la cabeza.
La acompaño a pedir una pala prestada a unos obreros. También
nos conseguimos una caja con la dueña del kiosko de la playa
que advirtió que "a la primera basura que tiren llamaré a la
patrulla".

Comienza el performance. Un joven sale amarrado desde una carpa
y queda colgando con una cuerda en el cubo. Dos muchachas vestidas como princesas chinas construyen castillos de arena. La Merluza se entierra y un artista forma círculos azules al interior de la estructura metálica.

Me empino la última lata de cerveza y el sol de la playa San
Mateo se extingue en el horizonte porteño, al igual que la razón
y la cordura en el cerebro de estas hermosas muchachas santiaguinas.

ajenjoverde@hotmail.com

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