8.10.2005

Las Chicas Superpoderosas


Son la 1.30 de la madrugada y estoy bebiendo un vino blanco con mi brother médico en una casa de Olmué. Las demás visitas duermen, mientras nosotros, al ritmo de los grillos y otros insectos nocturnos, filosofamos sobre la vida y sus altibajos.

La piscina descansa después de una larga tarde donde tomamos mucho sol, además de vino tinto, ron y su correspondiente asado con choripan, pollito y carne. Habíamos disfrutado como cabros chicos y el cansancio físico y mental ya estaba presente y cobraba su tradicional multa por la excesiva juerga y diversión.

En eso estaba cuando recordé a un trío de amigas a quienes llamo Las Chicas Superpoderosas, por su capacidad para beber alcohol y enfrentar la vida de un modo bastante distinto a la tradicional mujer chilena.

Las tres chicas se juntaron por primera vez en el bar restaurante Vinilo, donde había sido convocado para lanzar el libro "Días de fiesta", del poeta Álvaro Inostroza. El trío ya forma parte de las féminas sobre cuarenta años, aunque una todavía está dando los últimos respiros antes de ingresar a esa maldita edad.

Las Chicas Superpoderosas hablan sobre sexo sin ningún tapujo. Son casadas, separadas, vueltas a emparejarse y cargan una mochila donde los prejuicios han sido tirados a un costado del camino. Transitan por la berma de la existencia humana y no temen ser atropelladas por ningún automóvil.

Pueden dar miedo, especialmente si hay mucho vino y ron en la mesa. Son honestas, especialmente con los integrantes del sexo masculino, a quienes tratan con mucha dureza, sin embargo siempre hay un dejo de admiración en sus palabras. Las demás mujeres las observan con timidez y asombro y ellas, generalmente, las rechazan.

¡Ustedes deberían haber sido hombres!, les grito, mientras coloco una botella de petróleo en la mesa, que la bella cajera del Vinilo anota en mi cuenta personal. Nunca me ha gustado "beber al lápiz", como le llaman a las deudas del alcohol, ya que a veces uno se encuentra con sorpresas bastantes desagradables a la hora de pagar.

Las Chicas Superpoderosas se toman muy felices la botella de vino y hablan sobre el amor. Lo suben al ring y lo tratan como si fuera su sparring. Lo golpean sin piedad y lo dejan al límite del nocaut, para despues abrazarlo y besarlo. Quieren ser duras, sin embargo hay un dejo de sufrimiento y ternura que se mezcla en su juguera cerebral y que es proyectado al exterior.

Yo las quiero, pero a veces me cansa su feminista discurso que está tapizado de parches curitas, producto de las relaciones sentimentales que han experimentado en su ajetreada vida.

Dejo de pensar en Las Chicas Superpoderosas y retorno a Olmué. La botella de Chardonnay está a punto de terminarse y mi brother apunta a las estrellas y sentencia: "El amor ha muerto".

Le creo y no le creo.



ajenjoverde@hotmail.com

No hay comentarios.: