2.14.2011

La historia de un perrito llamado Pampero


Por Ajenjo

La dueña del bar Moneda de Oro se comunicó telefónicamente conmigo para avisarme que el bar Renato sería reinaugurado "y debe venir con los periodistas y el oftalmólogo, ya que serán invitados de honor".
El equipo llegó hasta la calle Rodríguez, donde justo en ese momento estaba hablando el alcalde. El barman nos puso unos buenos pisco sour y varios canapés de crudo y paté. Después le siguió el vinito y terminamos en una mesa con una botella del venezolano ron Pampero, bebidas y un gran plato de pichanga.
A las 11.30 de la noche el daño en nuestras cabezas era casi total. Saqué fuerzas de flaqueza y recité mi tradicional poema a las prostitutas de Valparaíso. Saqué aplausos en la concurrencia y decidimos retirarnos en paz y calma.
Tomé una micro en la Avenida Pedro Montt y llegué hasta un carrito de comida, ubicado a un costado de un supermercado en Bellavista.
Decidí comerme un sandwich y sobrellenar mi estómago y de esta manera engañar a la mareada cabeza. Me senté con mi churrasco palta tomate en un asiento de cemento y apareció un cachorro, negro, pequeñísimo, y me miró con esa cara que parte el corazón de los más duros del Viejo Oeste. Saqué la carne de mi sandwich y se la entregué. En un par de segundos se la había devorado. Le di un poco de pan y comencé a caminar. El pequeñín me seguía como a su amigo más fiel. Lo volví a mirar, lo tomé entre mis brazos, lo instalé en mi hombro y partí rumbo a mi casa con mi nuevo compañero.
Una punki alcohólica, de esas que pululan por ese sector, gritó de alegría porque me llevaba al perro y me aplaudió por varios segundos.
Crucé la plaza de la Intendencia, tomé un taxi, abrí la puerta y lo deposité en el pequeño patio. Saqué un poco de leche del refrigerador y se la di, mientras junto a mi bella y paciente señora le preparábamos una caja como improvisada cama.
El pequeño fue bautizado Pampero (es obvio su nombre) y ya fue al veterinario y come esos pelet especiales para cachorro.
Ahora, mientras saco su olorosa caquita del patio me pregunto: ¿No aparecerá pronto un gato llamado Stolichnaya?

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