2.15.2011

Reflexiones derivadas de empujar una silla de ruedas en Valparaíso



Por Ajenjo

Llevo a mi mujer en una silla de ruedas por la calle Lautaro Rosas del Cerro Alegre. Hacía varios días que la pobrecita estaba encerrada en la casa, producto de un accidente que la dejó inmovilizada de un pie por 45 días.
La llevó a almorzar a la pizzería Malandrino, donde comemos como reyes y bebemos un vino tinto Sutil Carmenere del Valle de Colchagua, donde están fabricando los mejores caldos de este país.
Estábamos celebrando que me gané una beca de creación literaria del Fondo del Libro, donde podré reunir las mejores crónicas y describir sin límites a los personajes y lugares más distorsionados de este Puerto maldito y bendito.
Yo me lancé unas cervezas Tiger y varias copas de vino, además de una pizza cuatro quesos de alto poder saborizante. Después saqué a mi señora del local y con el impulso del buen alcohol transportaba la silla de ruedas a gran velocidad por la avenida Almirante Montt.
Decidí parar en el Vinilo, donde me tomé un bajativo de ron, mientras mi señora degustaba su trago preferido: Kir Royal.
Salí bastante dañado y conducía la silla de ruedas como un loco. Me lancé a la calle y hacía sonar una bocina bocal (imitando a los camiones), para que nos dejaran pasar.
Los turistas nos miraban curiosos y muchos pensaron que terminaría con mi bella y paciente esposa, cuan larga es, tirada en el pavimento. El aparato crujía entero y en muchas ocasiones pensé que las ruedas explotarían o que las piezas reventarían violentamente. Al final llegamos sanos y salvos a la casa y dormimos una larga siesta.
Con esto de la silla de ruedas me he percatado lo difícil que debe ser para los que están postrados en estos aparatos andar por los cerros porteños. La geografía de las veredas y de las calles es terrible, más aún si uno se ha puesto algunos cañonazos cerebrales.
Debe costar mucho dinero adecuar veredas y calles para las sillas de ruedas, pero es un esfuerzo que debe finalmente ejecutarse.
Nadie ha elegido estar sentado en estas sillas.

ajenjoverde@hotmail.com

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