1.03.2013

Nostalgia de borracheras infantiles






Por Ajenjo


Después de ver la escena de la serie “Los 80”, donde el niño se emborracha por primera vez con licor de guindao, recordé con nostalgia las primeras curaderas infantiles, que están llenas de ternura e intoxicación.
Me acuerdo de haber ido a una ramada que organizaba mi colegio.Uno de mis amigos llegó con una botella de menta, que procedimos a tomarla a medias, escondidos en las inmediaciones de la estación Chorrillos. El licor, muy dulce, pasaba como piola y fumando cigarrillos Hilton rojo terminamos el poderoso licor.Yo caché que estabamal al tratar de pararme.Todo se me daba vueltas y decidí irme para la casa antes que me pasara algo malo.Al llegar a mi hogar, la bomba verde que estaba en mi estómago explotó, y en el baño llamé a Guajardo de una forma terriblemente ruidosa. Mi mamá se levantó y al verme pegó un grito de horror: “¡Está vomitando verde!”. Mi padre se levantó y me acostó con fuertes amenazas y le dijo a mi madre que yo estaba borracho, borrachito...
Otra vez fuimos a una kermesse de un colegio de monjas y nos ganamos, tirando a los aros, unas botellas de ronponcola. Era como un licor con leche y nos lo tomamos como entre cinco socios. Cuando llegué nuevamente a mi casa no se me ocurrió nada mejor que vomitar en el closet, dentro de todas las zapatillas que estaban en el interior. Mi hermano chico, que dormía en la cama de al lado, dijo que me tuvo que despertar en la noche varias veces y sacarme la cabeza por la ventana.
“Pensaba que te ibas a ahogar”, me gritó en la mañana. Cuando se fue a poner las zapatillas el loquito casi me mata.
Curarse cuando uno es niño, en este país, es algo que va a suceder tarde o temprano.Uno desde pequeño que ve a los padres empinar el codo y ser felices (otros se ponen violentos y escandalosos en mala, pero ese no es mi caso) y a la primera oportunidad se baja rápidamente lo primero que pille. El problema es que generalmente son licores de muy baja calidad y que terminan actuando como verdaderas bombas atómicas estomacales.
Al final lo que queda es la anécdota, la aventura, los amigos y la intoxicación.

ajenjoverde@hotmail.com

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