1.04.2013

Historias de Navidad








Por Ajenjo

Debido a un intenso resfrío, que ha coqueteado con la bronquitis, no he podido filtrarmucho y he permanecido lleno de paracetamol, tapsin y seudoefedrina, que ha causado que ande bastante aletargado y adormecido.
Sin embargo, este estado de anestesia no ha impedido que vea cómola gente desliza sus tarjetas de crédito para endeudarse hasta el extremo y poder adquirir los regalos deNavidad y de esta manera complacer a la familia.
Personalmente la Navidad me da depresión. Siento que las diferencias sociales se extremizan, que la gente se vuelve loca y es capaz de hacer cualquier cosa para tener la última tele en tres dimensiones o el perfume de la cantante de moda. Es desesperante.
Cuando era un púber reportero y trabajaba en un semanario de La Calera, pude ver cómo se llevaban a unViejito Pascuero en ambulancia al hospital. Era un anciano flaco, casi esquelético, que se había conseguido un traje para pedir algo de monedas y pasar las fiestas.Al mediodía, y con casi 35 grados de temperatura, el hombre no soportó y se desmayó en una de las céntricas calles, provocando que se
armara una de las postales más tristes de estas fechas.
¿Qué hacía ese hombre en pleno verano con un traje y un gorro grueso, tocando una campana y estirando su mano? Una pena muy grande.
Una Navidad la pasé solo. Estaba recién separado y se habían llevado a mi hijo de cuatro años de la casa. Padecía la media depresión y el escritorVíctor Rojas llegó al rescate. Preparé un plato de comida, conversamos, tratamos de reírnos y finalmente salimos a un bar. No había nadie en las calles y vagamos por harto rato hasta encontrar un local de hombres solos, tristes, que bebían para olvidar ese terrible estado.
Definitivamente no me gusta toda esta onda. Este materialismo extremo a que estamos obligados. Esa gente corriendo en busca de los paquetes, esa locura social por saquear las vitrinas.
Puede ser una frase cliché, repetida, hasta cursi, pero la Navidad debería ser sólo de los niños, ya que a ellos les brillan los ojos y disfrutan con pasión abrir los regalos y las sorpresas.A los demás nos quedan sólo las 3, 6 o 12 cuotas que actuarán como un látigo del recuerdo de esta
oleada de materialismo sin sentido.

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

Susan dijo...

This content is written very well. Your use of formatting when making your points makes your observations very clear and easy to understand. Thank you.
pictame