6.15.2012

Entre el poeta Moro y los Fiskales


Por Ajenjo

“Dicen que los nazis son muchos, pero nosotros somos muchos más y les vamos a dar la tremenda pelea a esos (garabatos)...”, grita con toda su fuerza Alvaro España, vocalista de los Fiskales Ad-hoc, grupo punk que hace una semana reventó el Bar La Aduana en un recital donde terminé más loco que una cabra.
Antes de llegar a ese concierto fui al Salón Rojo de la Piedra Feliz, donde el poeta Enrique Moro lanzó su último libro de poesía.A este escritor lo conozco desde que estudiaba filosofía, en 1988, en la facultad de la Universidad Católica, que quedaba detrás de la QuintaVergara.
Fue ahí donde, por primera vez, lo vi recitar sus textos siempre cargados de humor, mal amor y política contingente. Me pareció un tipo poderoso y después me lo encontré en su desaparecido bar llamado Emile Dubois (el santo asesino). Ahí le regalé mis libros y comenzamos una amistad donde el vino siempre ha tenido un protagonismo principal.
Me lancé dos piscolas en cuestión de segundos dentro del local, mientras escuchaba los poemas del Moro, que él calificó como“hediondos de malos y ojalá los críticos me despedacen”. A mi me parecieron buenos, sencillos y que reflejaban la intensa vida de este agitador cultural deValparaíso. Después partí al recital con mi brother amante de la música extrema. Dos gorilones rapados y vestidos de negro controlaban la puerta. La entrada tenía el rostro de Piñera y costaba cuatro luquitas.
Cuando llegamos estaba tocando el grupo Púa, que lidera el guitarrista Fish de Floripondio. El público, ya convertido en mono, se azotaba como loco en ese gran ritual de golpes llamado pogo o slam. Dicen que lo inventó Syd Vicious, de los Sex Pistols. Ahora, bajo el prisma de los 40 años, ver ese espectáculo es impresionante.
Después salieron los Fiskales y dejaron la patá. A su vocalista lo conocí hace muchos años, cuando se lo llevaron preso desde el escenario de la QuintaVergara, en un recital de beneficio. ¡Quedó la cagá!
Ahí le regalamos una revista que hacíamos con los periodistas René Cevasco y Leonardo Palacios, pero eso ya es otra historia.
Me tomé como 20 vodkas y tres cervezas y quedé mal, muy mal. Llegué a la casa con el piloto automático y mi muje rme esperaba con el uslero y una cara terrible. Casi duermo junto al perro en el patio, pero al final todo se solucionó. ¡Menos mal!

ajenjoverde@hotmail.com

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