10.06.2009

¡Que calugas de pescado!


Mi amigo el oftalmólogo le tiene miedo a las calugas de pescado.
Dice que es un plato peligroso y que tiene recuerdos de haberlas engullido, con un blanco de etiqueta desconocida, en “El Dominó”, en Valparaíso.
Es la pura la verdad. Yo lo llevé a ese mítico restaurant, que frecuenté muchos años de mi vida junto a otros locos. Después de haber bebidos en diversos lugares de la ciudad, siempre terminábamos comiendo ahí, donde las tres “b” se cumplían a cabalidad (bueno, bonito y barato).
Hay que decir también que éramos jóvenes e irresponsables y que nuestros hígados también tenían esas dos características. El tiempo, los cambios de amigos y la vida en general me fueron alejando de “El Dominó” y el recuerdo de esas calugas de pescado quedó congelado en la memoria gastronómica.
El fin de semana pasado llegué, lleno de esperanzas y vitalidad, al nuevo restaurant Caruso, que maneja el gran chef Tomás Olivera.
El local tiene como especialidad la comida chilena y porteña. Hay chorrillana, calugas de pescado, cazuelas, pollo relleno, chupe de locos y nada más y nada menos que calugas de pescado.
Pedimos el plato para picotear entre varios y debo decir, sin temor alguno, que son las calugas de pescado más ricas que he engullido en mi vida.
El pescado era breca y la masa que rodeaba el trozo era delgada y crujiente. No destilaban aceite alguno y eran acompañadas por una ensalada a la chilena. Recomiendo
enterrar el tenedor en un trozo de cebolla, otro de tomate y la caluga al final y jugar con esos tres sabores.
¡Una delicia!
Los vinos están re buenos y a un precio excelente. Ojalá se mantengan. Durante la semana agarré al doctor y me lo llevé a comer calugas de pescado, para que se le pasara el miedo y conociera una de las nuevas delicias que tenemos en Valparaíso. Y ahora a prepararme para la Fogata del Pescador y comerme una buena presa frita
en paila de cobre.
¡Y que viva el 18 de septiembre mierda!
¡Viva Chile!

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