10.08.2009

El Bric a Brac de Maitencillo


Por Ajenjo

Encontrar nuevos y buenos restaurantes en la región es una situación bastante difícil, ya que no todos los días se abre algún local para beber y tomar; por lo tanto, el secreto que tengo que revelarles es bastante poderoso.
Andaba en Maitencillo pasando algunos días de descanso post 18 de septiembre, para que la química cerebral y corporal se nivelaran y el estanque neuronal volviera a la normalidad.
Me pegué un par de buenas caminatas por la costa sur de Maitencillo, encontrando pequeñas playas solitarias, donde la marea baja actúa como el guardián protector y sólo se pueden pisar cuando el mar abre su cerradura. A pesar de que la carnívora industria de edificios y condominios ya tiene en su ojo de concreto a este sector, todavía se respiran aires de libertad y naturaleza.
También anduve en Cau-Cau, en la mítica localidad de Horcón, a la que catalogo como la mejor playa de Chile y que cada vez su bajada es más peligrosa y sólo permite el paso de gente joven (lo que es bueno y malo a la vez).
En la noche, junto a mi bella novia y mi hijo, decidimos salir en busca de algunas empanadas nocturnas.
Luego de vagar por varios restaurantes cerrados, donde sólo penaban las ánimas del verano pasado, encontramos un local llamado “Bric a Brac”, que se anunciaba con un anaranjado letrero y una pizarra en la vereda.
Es una casa de dos pisos, donde una familia instaló este gran local gastronómico que tiene las mejores empanadas que he comido en los últimos años.
Me pedí de macha queso y ostión queso, encontrándome con una masa delgada, con cero gota de aceite, un cremoso queso en su interior y una dosis de frescos ingredientes. ¡Una delicia!
Al otro día decidimos volver, ya que deseaba probar algunos platos de una sorpresiva carta que tenía sopa de camarones a la naranja, avestruz y hasta jabalí.
Decidí zamparme una sopa llamada Bullavesa y que el dueño, que metía leños a la salamandra del restaurante, me contó que es un caldo que se prepara con los elementos frescos que encuentran los pescadores en sus jornadas.
Estaba exquisita y el toque de tomates deshidratados fue genial, en una sopa llena de maravillosos mariscos y pescados.
Busco información en internet sobre el local y me encuentro que en las paredes del “Bric a Brac” hay máscaras fabricadas por pacientes de un siquiátrico.
Yo fui feliz. Una atención familiar (incluso mi hijo jugo dominó con la hija del dueño... creo), unos vinos buenos (algo caros) y una comida que la recomiendo a ojos cerrados.
Voy a volver y quiero probar cada plato de ese lugar y después hacer máscaras, para que las peguen en las paredes...

ajenjoverde@hotmail.com

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