9.12.2005

Militante patogallina


Hace mucho tiempo que se terminaron las militancias. Ya casi
nadie, y menos los jóvenes, está inscrito en algún partido y
tiene su carnet o porta alguna chapita de su colectividad política
preferida.

Esos tiempos ya pasaron, sin embargo yo me declaro un inclaudicable
e inalterable militante activo y combatiente del colectivo artístico
La Patogallina.

El fin de semana partí a Santiago a la casa de mi novia Jacobé.
La lluvia no me detuvo y tomé el metro Pajaritos y me bajé en
la Escuela Militar. El trayecto es muy divertido ya que uno puede
ir observando cómo cambian los rostros de la gente en los carros
según la estación que avanza. Empieza el pueblo y terminan los
rubiecitos. Pensando en esa constante social, y bajo una fuerte
lluvia, llegué hasta su casa en Las Condes.

Almorzamos junto a su familia y nos bajamos casi tres botellas
de vino. La conversa estaba rebuena hasta que sonó la alarma
de nuestras conciencias y se nos ocurrió partir a ver la obra
de teatro "1907. El año de la flor negra", en el Centro Cultural
Matucana 100. Martín, el hermano de mi novia, se compadeció y
sustrajo el auto de su madre, sumándose al carrete teatral.

Los tres ingresamos al recinto y nos encontramos con uno de los
patogallinas más queridos y adorables que pueda existir. Su chapa
de militante es "El Caleidoscopista" y nos recibió con un fuerte
abrazo, invitándonos a observar la obra. El teatro era espectacular,
de madera bicolor, con unos techos curvos y asientos cómodos.
¡Cómo se podía respirar el aire que dejó el gran maestro Andrés
Pérez!

La obra "1907" es una pequeña joya. Una delicadeza que todos
podremos disfrutar pronto, ya que los muchachos se ganaron un
Fondart para hacer una gira por esta región y Valparaíso, era
que no, es una de las paradas. Su trama es sobre los obreros
del salitre y la matanza de la Escuela Santa María. Una alucinante
versión que se aleja de la recontra escuchada cantata y se acerca
a un lenguaje joven, emocional y popular.

En la obra se luce otro amigo y militante patogallina. Su sobrenombre
es "El Rana" y es un actorazo que todavía mantiene inalterable
su lucha por la igualdad social y que no se traga el cuento de
la economía social de mercado.

"El Rana" y "El Caleidoscopista" a veces se dejan caer por El
Puerto. Siempre llegan a la casa de una Chica Superpoderosa,
que es otra militante de este lisérgico movimiento. Con ellos
las botellas de vino se abren mágicamente y las risas florecen
en cantidades industriales.

"El Rana" una vez salió de mi casa como si fuera la imagen de
San Pedro en plena procesión y con "El Caleidoscopista" la vida
se transforma en colores mágicos y brillantes.

Los muchachos son muy choros y su trabajo artístico es impecable.
Sólo basta recordar "El Húsar de la Muerte" para quedar en silencio
por varios minutos. Además existe la "Patogallina Sound Machine", que es el grupo
de rock preferido de mi hijo, que sólo tiene cuatro años de edad,
pero que ya ha asistido a sus recitales y se declara un pequeño
"patogallín".

Sólo queda terminar esta columna con un grito: "ya van a ver,
ya van a ver, cuando los patogallina se tomen el poder". Ojalá.
ajenjoverde@hotmail.com

18 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

historia extraña, casi nerd.