4.15.2010

La Isla Siniestra y una petaquita de ron


Por Ajenjo

Cada vez que los conflictos, generalmente sentimentales, toman mi cerebro por asalto, me trato de esconder del mundo para relajarme y alejarme del ruido urbano.
¿Adónde se puede estar solo en Valparaíso?
La respuesta es simple y entretenida: el cine.
Esta semana estaba bebiendo mi roncito con coca cola en el Moneda de Oro cuando me entró una idea en mi adormecido cerebro. ¿Y si voy a ver la última de Scorsese, La Isla Siniestra?
Abandoné la mesa diez para las diez y tomé una micro rumbo al cine porteño. Al bajar del bus aterricé justo al frente de una botillería y me vino la tentación de comprarme mi petaquita de ron con una bebida cola de medio litro y el infaltable vasito plástico.
Esto de beber en el cine viene de mi alocada vida universitaria, donde teníamos un amigo profesional que era capaz de descorchar varias botellas de vino con un lápiz pasta marca Bic. Tenía la técnica de hundir el corcho y después beber para que el corcho descendiera y dejara verter en los vasos el sagrado líquido.
A veces preferíamos beber cajas de vino, ya que a pesar de que el vinagrillo era de dudosa calidad, el envase era de fácil apertura.
Lo más cómico fue en el querido Cine Arte, donde mi amigo ingresó botellas de cerveza de litro para consumir viendo una película de Almodóvar. El misterioso hombre de la linterna lo sorprendió y se la trató de quitar. El público veía a mi amigo tirando le la parte de atrás de la botella, mientras el de la linterna tenía el gollete y luchaban contra todas sus fuerzas. En un momento mi amigo soltó el envase, y el otro salió disparado al suelo, en medio de las risas del respetable. Humillado se retiró con la cerveza.
Recuerdo todo esto mientras vierto el dorado licor en mi vaso, mientras Leonardo di Caprio ingresa a un manicomio y mis problemas se disuelven mientras el ron baja por la garganta y los sicópatas desfilan aterrando al público en la oscura sala.

ajenjoverde@hotmail.com

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