4.13.2010

Mi matrimonio en Santiago (Primera parte)


Por Ajenjo

Llego a la casa de mi hermano con mi “paletó nuevo” para estar tiqui taca para mi matrimonio en Santiago. Le pido que se ponga con un buen vino para el almuerzo y un wiskacho para rematar ya que estaba medio nerviosón para la ceremonia de la tarde. Mi hermano me dice que mi novia lo había llamado y con duras palabras le había señalado que por ningún motivo me diera alcohol antes del matrimonio, lo que obviamente me provocó un leve enojo, pero seguí adelante.
Me duché, me lavé el pelo y me jaboné el cuerpo varias veces. Me afeité con mucha prolijidad y me puse mi terno negro con corbata azul metálico y apelé a todos los dioses y demonios del mundo para que me acompañaran en este evento.
Mi bella y querida novia había invitado como 180 personas, que eran una elevada cantidad comparado con los cuarenta que llevaba yo. Un grupo de amigos llegó muy temprano y se cambiaron dentro de los baños del recinto, ya que venían “muy transpirados de Valparaíso”. Los socios se estaban cambiando los ternos y vestidos en el baño y en eso llegó un guardia que les preguntó que estaban haciendo: “es que venimos al casamiento de la tarde”. El guardia le respondió: ¡Haaaa ustedes son de la orquesta!
Llegué como a las 18.30 horas y me encontré con mis “amigos orquesta”, a quienes saludé cariñosamente y me puse en la puerta a darle la bienvenida a una numerosa concurrencia desconocida, que asistía en forma muy elegante a este magno evento.
Cuando llegó Dióscoro Rojas me calmé un poco, ya que juntos a mi “brother” oftalmólogo, eran los invitados más importantes: el primero realizaría un discurso y el segundo era mi testigo.
Cuando la jueza apareció todo se volvió muy rápido y loco y estaba a punto de estampar por segunda vez en mi vida la firma del amor… (continuará).

ajenjoverde@hotmail.com

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