6.09.2009

Me arrodillo nuevamente ante París


Por Ajenjo


Cuando usted esté leyendo esta columna seguramente estaré caminando por las calles de Nueva Delhi, la capital de la India, en uno de los viajes más alucinantes y distorsionados que he planificado toda mi vida.

Antes de tomar el avión de la línea aérea Gulf Air, que pertenece al Reino de Bahrain o algo así, tuve que pemanecer dos días en París, que personalmente la calificó como la ciudad más hermosa y acogedora del mundo.

Me recibió en un su cálido y minúsculo departamento el hermano de mi novia, quien lleva siete meses en esta maravillosa ciudad y está sacando un doctorado en historia en la Escuela de Altos Estudios de París. Llegué con unos botellones de pisco y el primer día nos mandamos unos sour para recordar el suelo chileno. Después salí a recorrer esta urbe y sin ponerle mucho color tuve que aguantarme las lágrimas en los ojos varias veces.
Cuando estuve cerca de la tumba de Napoleón me di cuenta que en el Gran Palacio estaba montada la tremenda muestra de Andy Warhol, la más completa de este artista norteamericano que creo el concepto de pop. La exposición, que costaba 11 euros (casi 10 lucas chilenas) era espectacular. Estaba Marilyn Monroe, Lenin, Elvis y toda la iconografía setentera y ochentera en su máximo esplendor. Se proyectaban películas, se mostraban diarios de vida y muchas de las paredes estaban revestidas con el famoso mural con una vaca como símbolo principal. Salí bastante golpeado cerebralmente y me fui a acostar en busca de recuperar el sueño perdido por el cambio de horario.

Al otro día me enontré con la torre Eiffel iluminada. ¿Existirá alguna obra arquitectónica tan potente y que sea tan simbólica en el mundo? La mejor vista está en la estación de Metro Trocadero, donde tuve la mala idea de meterme a un baño público en forma de caseta que estaba más hedionda que la parte de abajo de la pasarela de Bellavista, en mi querido Valparaíso. Ahí permanecí un par de horas mirando esa gigantesca masa de fierro y luces y pensaba en el futuro.

Las últimas horas las pasé en el Centro Pompidou, que es el museo de arte moderno más completo de la Tierra. Vi una exposición individual de Kandisky, pero la muestra estable de ese centro artístico le puede volar los sesos al más desprevenido. Hay un Roberto Matta espectacular y todos los pintores han marcado la vanguardia artística están presentes. Esta Pollock, Matisse el gran orinal de Duchamp, entre otras obras que siempre vi en los libros y que jamás soñé con estar junto a los originales.

Después de ese castigo artístico, donde las neuronas todavía festejan tanta belleza, voy rumbo a uno de los países más raros del mundo. El plan es recorrer Nueva Delhi y Agra, donde está el Taj Majal. Después a la ciudad santa de Varanasi donde pienso raparme al cero y observar la quema de cadáveres. También llegaré a Calcuta, donde ingresaré al templo de Kalhi, donde todavía sacrifican animales y seguiré a Darjeeling.Todo eso es un plan, pero al parecer en la India no hay que planificar nada y ni siquiera tengo la ceretza de que podré enviar esta columna desde estas lejanas tierras.

Ojalá pueda.


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