6.09.2009

Poderosa India


Por Ajenjo


Camino por el barrio de Conaught Place, en Nueva Delhi, la capital de India.

Llevo tres horas en la ciudad y pienso que todas las personas que me miran con curiosidad son posibles y pequeños estafadores. De repente me miro la zapatilla derecha y me encuentro con una gran mierda humana, asquerosa, vomitiva, licuada y recuerdo la cita textual de la Lonely Planet (Libro de Viajero) de la India donde se advierte claramente de este asqueroso ataque a los afuerinos, que consiste en que te manchan el zapato con un gran mojón para que después un limpiabotas te lo saque por una fuerte suma de dinero. Meto la zapatilla en un montón de tierra, mientras me nublo de rabia. Termino en el bar mas cuico de la ciudad, bebiendo una helada cerveza Kinfisher y escuchando musica electronica, que actua como un sedante para olvidar el horrible acto de lavar mi zapatilla en el lavatorio del baño.

Llego a la entrada del Taj Majal, en la ciudad de Agra, que es descrito, y sin exageracion alguna, como la obra arquitectónica basada en el amor más poderosa del mundo. Después de pasar un estricto control policial llego al monumento. Mi novia me seguia emocionada frente a la gigantesca y curvosa masa de belleza blanca construida de marmol y dolor (¿no es siempre el amor algo doloroso y fuerte que nos traspasa más que nada en este mundo?).

Luego de recorrer sus cuatro costados nos sentamos a descansar. Las pupilas debian recogerse ante tanta belleza.

Varanasi, la ciudad sagrada de la India.

Veo un cuerpo quemandose en el Ganges. Veo un hombre con el cuerpo blanco gritando. Hay olor a asado. Un perro busca carne debajo de las aguas de este rio. Me siento radicalmente extranjero. La gente se rapa la cabeza. Aparece un nino con labio leporino. Un hombre pasa su pierna sobre su cabeza. La musica que se escucha es de tambores. Todos rezan.

Entro al Templo de Vinshu, me saco los zapatos y camino por dentro pisando un agua barrosa. Un guía me lleva y me presenta a todos sus dioses, son varios. Hay un roca por donde sale un agua lechosa. Me dice que la toque y que frote mis ojos. Me dice que reze por mis parientes y me presenta un viejo flaco y barbudo. Voy dejando billetitos en todas las alcancías y me voy del templo con mi frente manchada de un color amarillo y una corona de flores en mi cuello.

Y sigo viajando rumbo a Calcuta. Al templo de la Diosa Kali, donde se sacrifican animales, en una de las pocas deidades que se adoran y que no es muy buena.

El viaje continua y cada vez me amalgamo mas a los indios.


ajenjoverde@hotmail.com

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