6.02.2008

Sólo nos queda tener fe


Por Ajenjo

Jamás he escondido o reservado mi condición de hincha evertoniano y en esta ocasión lo único que atino a decir es: sólo nos queda tener fe.
Fui a ver el partido contra los indios en el Moneda de Oro. El garzón Alonso reservó una de las principales mesas del recinto y colocó una gran estrella en el centro para dejar en claro que sería ocupada por funcionarios de este diario.
Un reportero gráfico y mi amigo el oftalmólogo conformábamos el grupo que fue creciendo con el tiempo. A nuestra mesa se adhirió Sandra Horn, esa mujer que siempre maneja un jeep rojo con un perro adentro y que anda armando chimuchinas en los concejos municipales de Viña del Mar y Valparaíso.
El recinto era un 80 por ciento del Colo Colo y los demás guatas amarillas sufrían con el paso del tiempo, mientras el asunto iba cero a cero.
En la conversa se recordaban episodios de Everton 1976 o cuando al paraguayo Caballero se le fue un penal, dejando a los ruleteros lejos de la copa.
También se recordó el gran dibujo que hizo Lukas en la década de los ‘80, donde muestra a los árbitros dando la vuelta olímpica junto a los jugadores del Colo Colo.
Ahora nuevamente el arbitraje fue pésimo y además casi me provoca una úlcera, ya que insuflado por la cerveza y la pasión oro cielo grité el anulado gol de Everton con todas mis ganas frente a los rostros de los indios, pero al final me tuve que tragar mi celebración, provocándome malestares estomacales.
Ahora, y vuelvo a insistir, sólo queda tener fe, ya que si a los 15 minutos del primer tiempo el Everton logra meterle un gol al Colo Colo, el Sausalito se transformará en una caldera hirviendo.
Quiero celebrar con los guata amarilla en las calles de Viña del Mar. Quiero destapar botellas de champaña y ron y emborracharme de triunfo y alegrías. Quiero marchar gritando Ever for Ever hasta quedar ronco.
¿Sucederá esto?
Tenemos que confiar en los jugadores evertonianos, quienes ya tienen experiencia en revertir este tipo de resultados. Ya estamos cansados de mirar al suelo y de no poder levantar la copa y dar la vuelta olímpica.
Hay algo en el aire que dice que ganaremos, a pesar de todas las brujerías, hechicerías y aquelarres que digan lo contrario.


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