6.19.2008

Trevien: Todo un acierto


Por Ajenjo


Dos jóvenes con Síndrome de Down se besan profundamente en un mural instalado en el recién inaugurado "Restorán Trevien".
El autor de la instalación, que lo conocí garzoneando en el Caruso, me invitó a la inauguración de la exposición, pero además me convidó a participar de una cata y degustación que el restorán realizaría en la noche.
Subí el hermoso ascensor Peral (¡que todavía cuesta 100 pesos!) junto a mi novia y llegué a este local donde antes funcionaba una tetería que nunca logró despegar. Eran las 20.30 del martes pasado y el ambiente estaba muy bueno y entretenido.
El dueño del boliche es Andrés, un chef que dejó una profunda marca en el Caruso y que ahora, con las alas de la independencia, montó su propio restorán.
Con su aspecto físico de un neo punk tímido, este chef agarra un rollizo y lo transforma en un ceviche invernal, donde el merkén y la palta juegan un rol fundamental.
Después nos sirvió salmón en crema de coco y azafrán, dejando en claro que el estilo tailandés será el que predominará en este lugar.
Sirvieron petróleo del bueno y unos blancos para lamerse los bigotes. Esto ayudó a que los comensales se pusieran dicharacheros y buenos para la talla.
Entre los invitados estaba la dueña del restaurante Caruso, a quien con mucho respeto llamo la Nicole Kidman de los cerros porteños. Lleva en su cuerpo a dos gemelas que pronto saldrán a conocer la luz del sol.
Ella, junto a su pareja, perfectamente podrían pensar que este nuevo local afectaría la fama y clientela del suyo, sin embargo, ahí estaban, apoyándolo. Eso demuestra que la sicopática competencia a que nos lleva este sistema capitalista puede doblarse. Antes de arrancarse los ojos, hay que dar la mano, ayudar a los demás a enrielarse en la búsqueda de la felicidad. ¡Qué bonito ejemplo de amistad y buena onda!
Al otro día invité a mi brother oftalmólogo a almorzar y el chef nos atendió personalmente. Sirvió una ensalada de repollo morado con pimentones asados y queso de cabra y de segundo un salmón a la naranja. Todo a un preció terrible de económico, más barato que muchos menú del centro de la ciudad.
Aprovechamos el adictivo sol invernal y comimos en el balcón, mientras la buena conversa, la sabrosa comida y la risa nos hizo pasar otro día más en este Valparaíso que siempre está con sorpresas.
ajenjoverde@hotmail.com

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