9.11.2006

Se vende

Por Ajenjo

Esta semana recibí una de las noticias que ningún arrendatario quiere escuchar: "La casa se vende, por lo tanto la compras o te largas".
Lamentablemente vivo en el cerro Alegre, en Valparaíso, y he visto mutar el barrio y convertirse en la taquilla de los políticos y artistas santiaguinos, quienes llegan con sus millones de pesos para comprar una vivienda en el barrio de moda de Chile. ¡Qué asco!
En este país hay varios lugares para experimentar el llamado turismo místico. San Pedro de Atacama, Chiloé y Valparaíso (dejando obviamente afuera a la Isla de Pascua, ya que eso no es Chile). Siempre recuerdo el concepto de "turismo miseria", que el crítico literario Álvaro Bisama ocupa tan magistralmente para relatar cómo los gringos llegan hasta este Puerto a llenarse sus zapatillas con mierda de perro y comer porotos a 500 pesos el plato con una copita de pipeño.
¿Por qué no se quedarán en sus plásticas ciudades, comiendo sus platos chatarra y viendo sus programas de televisión basura? Porque la miseria, la fealdad, las levas de perros con arestín, la basura en las calles, los indigentes en el suelo rajas de borrachos son una postal que les atrae mórbidamente. Es como la atracción que provocan los cuerpos deformes, los accidentes automovilísticos o los rostros de los muertos.
Ahora esa moda, ese turismo, esa locura por Valparaíso (basta ver los anuncios de TV), me tiene programando la mudanza en los próximos meses. ¿A dónde me iré? ¿Cómo será mi nuevo hogar? ¿Podré tener un perro? ¿Tendrá parrilla para hacer asaditos con mis amigos?
Provengo de una familia gitana por esencia. Tengo 37 años y debo haber vivido en 13 lugares diferentes, entre casas y departamentos, países y ciudades distintos. Conozco a la perfección los grados de estrés en que se cae al cargar el camión e instalarse en una nueva residencia.
¿Qué hago con mi colección de revistas pornográficas? ¿Las botellas de absenta las boto? ¿Regalo los juguetes viejos? ¿Y las películas en VHS?
Creo que las mudanzas son en esencia momentos de reflexión y cambio. Es cerrar una historia y comenzar otra, con nuevos vecinos, nuevo almacenero y nueva botillería, que es uno de los locales comerciales donde más hay que tejer amistades.
Me da tristeza dejar a las actuales dueñas de la botillería de la plazuela San Luis. Son dos señoras muy amables. Una de ellas tiene una hija muy buenamoza y simpática, que a veces es la encargada de entregarme los Gato Negro Carmenere, las botellas de Ron Varadero o el tradicional pisco de 35 grados. Ellas conocieron a mi hijo recién nacido y lo tuvieron entre sus brazos, le regalaron paletas de chocolates y lo hacían reír. Después lo vieron irse y aparecer intermitentemente, sin embargo siempre le guardan un cariño especial.
Tendré que dejar muchas cosas. Hay que desarraigarse para evolucionar, dicen los entendidos.
Sinceramente yo estoy un poco cansado para estos trotes. Ojalá me vaya bien.

ajenjoverde@hotmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamentable lo que sucede Ajenjo, siempre leo tu columna en la revista del diario la Estrella, pero esta columna me llegó muy fuerte, no solo por el hecho de que tengas que dejar tu casa en el cerro Alegre y dejar de ver a las pálidas(las sras de la botillería, asi las llamamos con unas amigas)sino por el hecho de que los fuckin santiaguinos pseudo artistas intelectuales con sus bolsillos llenos de billete nos quieren arrebatar algo muy nuestro, algo que ellos nuncan podran igualar, por que ellos jamas elevaron volantin en la quebrada,jamas cazaron lagratijas, jamas jugaron a la pelota en una subida, jamas callejearon un vino en alguna escalera, solo pueden intentar comprar algo que es nuestro pero que lamentablemente nunca tendran, que es el amor por nuestro puerto, por nuestras calles, por nuestros cerros, por nuestros borrachos y por nuestros perros.Un abrazo y no te aflijas, que otro rincón de este puerto te recibirá con los brazos abiertos.

Anónimo dijo...

Lamentable lo que sucede Ajenjo, siempre leo tu columna en la revista del diario la Estrella, pero esta columna me llegó muy fuerte, no solo por el hecho de que tengas que dejar tu casa en el cerro Alegre y dejar de ver a las pálidas(las sras de la botillería, asi las llamamos con unas amigas)sino por el hecho de que los fuckin santiaguinos pseudo artistas intelectuales con sus bolsillos llenos de billete nos quieren arrebatar algo muy nuestro, algo que ellos nuncan podran igualar, por que ellos jamas elevaron volantin en la quebrada,jamas cazaron lagratijas, jamas jugaron a la pelota en una subida, jamas callejearon un vino en alguna escalera, solo pueden intentar comprar algo que es nuestro pero que lamentablemente nunca tendran, que es el amor por nuestro puerto, por nuestras calles, por nuestros cerros, por nuestros borrachos y por nuestros perros.Un abrazo y no te aflijas, que otro rincón de este puerto te recibirá con los brazos abiertos.