6.30.2006

San Peter


Por Ajenjo

Un bote con la bandera pirata es el último que zarpa tras la figura de San Pedro, que se interna en el mar en una nueva celebración de esta fiesta de los pescadores en Valparaíso.
En el muelle Prat "El Rana" y su polola, junto al "El Caleidoscopista", dos integrantes del colectivo La Patogallina, se suben a este bote y haciendo sonar sus matracas le exigen al capitán pirata de la embarcación que se apure, ya que la procesión marina había comenzado.
El pasaje costaba dos lucas por persona y poniendo el motor a toda marcha el bote pirata se posicionó como el líder de la procesión, haciendo feliz a sus marineros.
Los actores santiaguinos casi podían tocar la figura de San Pedro con sus manos, hasta que el capitán pirata les dijo que "hasta aquí no más llegamos". La tripulación comenzó un improvisado motín y le aseguraron al capitán que no le pagarían el dinero acordado, ya que el trato no se había cumplido.
Nada le importó al jefe de la embarcación, quien los depositó en el muelle Prat, mientras contaba las lucas ganadas con su bote pirata.
Después de eso comenzó el cumpleaños de una amiga en la avenida Alemania. Yo había llegado a la una de la tarde con pescados y verduras para cocinar mi especialidad: ceviche de tres colores. En la casa sólo estaban sus hijos, quienes ni siquiera tenían la llave de la reja para abrirme y tuve que saltar unas peligrosas puntas metálicas para ingresar a su hogar.
Corté el pescado, piqué los pimentones, el ají verde y la cebolla, mientras un ayudante sacaba jugo de limón y lavaba la loza.
El cumpleaños era un almuerzo, sin embargo eran casi las cuatro de la tarde y la festejada y dueña de casa seguía sin dar señales de vida.
Como es la tradición, en cuestión de minutos todo el mundo llegó. Se comieron el ceviche, prendieron una parrilla eléctrica y sacaron pollos y choripanes y se destaparon más de una veintena de botellas de tinto y blanco.
A eso de las siete de la tarde estaba transmitiendo en una rara frecuencia etílica. Recuerdo haber estado contando, a un grupo de bellas señoritas, los cuentos de Chuck Palahniuk, que son catalogados como de "terror sexual".
Después estaba bailando con unos niños de diez años "la voz de los 80" de Los Prisioneros y gritando a todo pulmón "los hippies y los punk tuvieron la ocasión de romper el estancamiento, en las garras de la comercialización murió toda la buena intención".
Ahí empecé a cachar que el tragullo me tenía medio trastornado y que si no me calmaba terminaría agarrando la torta y lanzándola al techo, esperando que el público me aplaudiera o me echara a patadas.
Al final terminé de piernas cruzadas saboreando la rica torta y riéndome a carcajadas de la historia del bote pirata.

ajenjoverde@hotmail.com

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