6.23.2006

Una historia violenta


Una mujer pide su cuarta botella de colemono en el Moneda de Oro, ese bar ubicado a un costado de la Intendencia Regional. La mujer ya está bastante ebria y sólo la acompaña un hombre que se deduce, a ojo de águila, que tiene más edad que ella.
Después de tomarse esa cuarta botella la mujer comienza un episodio de violencia extrema bastante radical. Grita incoherencias como una loca y bota todo lo que hay en la mesa.
Los mozos del local tratan de contenerla, sin embargo es imposible. La mujer está totalmente descontrolada y se lanza contra la puerta de entrada, quebrando un gran vidrio. A esa altura los propietarios del bar llamaron a carabineros, quienes apoyados por dos furgones se la llevan.
La pregunta es: ¿qué tenía el colemono que esa mujer quedó en ese estado de locura bestial?
Yo llegué cuando el vidrio estaba quebrado y la mujer seguramente en lacomisaría, durmiendo una gran mona. Alonso, el garzón responsable del colemono, explicó que ellos tienen un extracto que echan directamente a la leche y al aguardiente, provocando que aparezca una de las bebidas más ricas que se venden en el plan de Valparaíso.
Fernando, el garzón más pequeño de estatura, nos relató la historia de la mujer loca y el colemono, mientras destapaba una de las botellas del lechoso licor. Después de encargar la segunda nos dice, en tono de broma, que ojalá no nos pase nada, ya que tiene temor de lo que está causando en el cerebro la bendita bebida.
Personalmente el colemono me pone bueno para la conversa y la gesticulación, pero jamás para realizar un espectáculo del tipo "rompamos el local".
Recuerdo estar bebiendo hace como diez o doce años en "El Dique", que se ubicaba al lado del "Proa al Cañaveral". El bar se había convertido en un reducto de trasher y rockeros duros. Había noches en que la pólvora explotaba y comenzaban peleas tipo "cantina de vaqueros". El dueño sacaba un bate de béisbol y comenzaba a golpear el mesón, como anunciando que reventaría más de alguna cabeza si la situación no llegaba a la calma rápidamente.
Dejo los recuerdos de lado y retorno a mi casa, siempre reflexionando sobre la violencia. Decido ver dos películas para calmar mis agitadas neuronas: Violencia diabólica, de Rob Zombie, y Una historia de violencia, de David Cronenberg.
La primera fue mal traducida, ya que se llama Los renegados del diablo y es un filete de colores y locura de sangre. La de Cronenberg es más reflexiva, pero deja pensando seriamente en la importancia del pasado en la vida de los hombres.
Al final subo a mi casa y me imagino la escena de la mujer que se bebió cuatro botellas de colemono. Sueño que estoy en una silla con la palabra director pegada en la espalda y digo: ¡Acción!, mientras una loca rompe con su puño un gran vitral.

ajenjoverde@hotmail.com

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