10.07.2005

Rompiendo cabezas


Al terminar mi tratamiento antibiótico decidí beber mi primer
trago después de este breve y obligatorio período de abstinencia.
Fui al Moneda de Oro con mi amigo fotógrafo y nos lanzamos dos
botellas de colemono. Este trago estuvo muy bueno para recomenzar,
ya que tiene leche y es sano para el cuerpo. Dicen.

Sinceramente todavía no me siento cero kilómetro. Estoy como
recauchado, con el vaso a medio tomar, algo cansado, pero con
ganas de volver a las pistas en gloria y majestad.

Para evitar las tentaciones caseras, especialmente la del pisco
sour, estoy armando en las noches un rompecabezas de 700 piezas.
La figura es un dragón medieval que tiene en sus manos a un marino,
en un acantilado totalmente café. Recién llevo 70 fichas ensambladas
y a veces siento que no podré terminar el puzzle.

Mientras rodeo la mesa en que tengo instaladas las piezas, escucho
a Charly García, Calamaro, Sui Generis y Serú Giran. Son mis
amigos que me impulsan a no desconcentrarme y tratar de recomponer
ese cuadro partido en cientos de pedazos.

Cuando analizo mi vida a través del vidrio de vasos y botellas,
puedo asegurar que es como un rompecabezas. Hay miles de situaciones
y acciones que están diseminadas en la memoria y que a veces
trato de juntar. Cuando las piezas no calzan me voy derechito
donde mi amigo barman, quien intenta apaciguarme al ritmo de
las cervezas y los ron cola.

A veces las fichas calzan justito y me pongo muy feliz. Para
celebrar me voy a un bar e invito a los comensales a festejar mi buenaventura y poder decir en forma orgullosa que el rompecabezas se ha terminado. He visto amigos muy mal por no poder armar su rompecabezas. Algunos han terminado presos y otros en el cementerio. Se han vuelto locos porque no logran ensamblar sus pensamientos en forma normal y todo les parece negativo y persecutorio. Algunos le echan la
culpa a los demás, al alcohol y las drogas, a sus padres, a las
pololas, a sus hijos, al siquiatra o al trabajo. Cuando las piezas
del rompecabezas no calzan es complicado y es recomendable pedir
ayuda o asistir al taller mecánico del cerebro.

A veces he tratado de que las piezas de un rompecabezas se ensamblen
a la fuerza, pero eso nunca trae buenos resultados. Lo más placentero
es cuando uno ya está histérico, porque no puede encontrar una
ficha esencial para el rompecabezas, busca y busca como loco
y muchas veces llega a pensar que se perdió; pero ubicarla con
la vista, tomarla entre los dedos y calzarla en el rompecabezas
entrega un sentimiento maravilloso, parecido a ganar en la hípica
o el casino. Es ahí donde vale la pena vivir y todo se ilumina
y se vuelve glorioso.

Actualmente tengo una ficha de viaje, que es vital para mi existencia.
Sé que pronto volverá y el rompecabezas brillará con la luz
más potente, que permitirá ensamblar todos los rompecabezas del
mundo.

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias ajenjo por todas las cosas hermosas que escribes....
la pieza del rompecabezas.