7.19.2010

La mejor paella de mi intensa y agitada vida


Por Ajenjo


Comer bien no es una situación que sólo esté ligada a tener buenos y frescos insumos, a poseer modernos aparatos de cocina o manejar un recetario de excelencia.
También es muy importante, incluso esencial, la presencia de agradables comensales, que provoquen que el placer de probar nuevos sabores se transforme en una comida inolvidable.
Eso fue precisamente lo que me sucedió el sábado pasado, cuando los apoderados del colegio de mi hijo organizaron un evento social en una hermosa casa en Paso Hondo.
El plato de fondo era una paella, sin embargo antes tuvimos la posibilidad de probar unos pedazos de asado de entraña que se deshacían en la boca. También llegó un vino con fruta (sangría) que estaba como “agüita de la llave” y tuve que moderarme para no beberme la gran jarra.
A la hora de la paella aparecieron muchos mostos de calidad, que fueron la compañía ideal para comer ese arroz lleno de sorpresas marinas y terrestres. Mi mujer me advirtió, en varias ocasiones, que bajara la velocidad en la ingesta de vino, lo que cumplí a la perfección, casi como un caballero inglés.
El vino, estimulante de la conversación por excelencia, nos llevó por diversas reflexiones y terminamos bastante tarde, tratando de arreglar el mundo y contando sabrosas anécdotas.
Más allá de haber comido una de las paellas más ricas de mi agitada vida, conocí un grupo humano diverso y tolerante, conversador y optimista, en el fondo muy buenas personas... ¿Y cuando es la fecha de la próxima paella?

ajenjoverde@hotmail.com

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