7.19.2010

Entre el fútbol y la vida de los peces

Por Ajenjo

Eran las 10 de la mañana y mi brother fotógrafo metía una malta y unos huevos a la juguera para hacer una rica bebida de desayuno, y comenzar a mirar el partido de Chile contra Suiza en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010. Nos comimos unos panes con palta y jamón y seguimos bebiendo ron y vino para acompañar el costillar de chancho con papas asadas que sirvió para festejar el gran triunfo.
A las cuatro de la tarde, y después de ganar el juego del cacho, tenía la cabeza como un bombo, pero saqué fuerzas de flaqueza y decidí ir a ver la película “La vida de los peces”, de Matías Bize. Para los que creemos que el amor puede ser la experiencia más celestial o infernal del mundo, para los que hemos llegado al nirvana cerebral en los brazos de una mujer, o para los que han andado buscando una pistola para matarla, esta película es una joya directa.
Han dicho que la cinta es un laberinto lleno de fantasmas o que Bize está pegado en los temas sentimentales, sin embargo eso es precisamente lo que convierte a esta película y su director en algo superior. Siempre me ha gustado la gente pegada, que se apasiona por una sola cosa en la vida y es capaz de morir por ella. Creo que en la pasión extrema se puede lograr la perfección en toda disciplina, especialmente en el arte y el deporte. Creo que la gente que no tiene una pasión, que no se ha quedado pegada en nada de nada, es fome, aburrida, como un té con leche. Mientras los que te hablan de un equipo de fútbol, de un grupo musical, de una mujer o de lo que sea, con los ojos desorbitados y una locura especial, son como un buen vaso de ron.
Para mi la película trata sobre las decisiones que no se tomaron en un momento de la vida y que se convierten en malditas obsesiones que te seguirán hasta la muerte. ¿Qué habría pasado si me hubiera ido al motel con ella? ¿y si renuncio al trabajo? ¿y si no me hubiera tomado ese último vaso?
Ahora, cuando lean esta columna, estaré viendo el partido esencial de Chile en el Mundial. Con mis brother compraremos pizzas y fugazas en La Riveira y nos almorzaremos la segunda parte del gigantesco costillar de chancho que compramos en Setchmacher y, según lo que pase, me podrán ver en las calles de Valparaíso, ebrio de felicidad, gritando por este Chile grande y querido...

ajenjoverde@hotmail.com

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