1.16.2009

La Flor de Viña


Por Ajenjo


Estoy con la cabeza negra. Es como si tuviera un guarén muerto en el cerebro que se pudre lentamente. Ojalá pase rápido el proceso de descomposición, pero para resguardarme de ataques de locura sólo estoy bebiendo cerveza.
Con este panorama partí a la Feria del Libro de Viña del Mar 2009 donde, después de mirar los precios de los textos, más se me pudrió la mente.
¡Quién será el parlamentario valiente que retome la idea de que Valparaíso sea Puerto Libre Cultural y los libros no paguen IVA y ningún otro impuesto!
Pateando la perra me fui al bar "La Flor de Chile", donde se junta una variada fauna de amigos que es adicto a este local. Los loquitos ya son parroquianos y se tutean con las bellas garzonas y con todo el público del restaurante.
Me pedí mi Escudo tres cuartos, mientras le explicaba a mis amigos sobre el ratón gigante que se pudre en mi cerebro. Ellos me escuchaban cariñosamente y me daban sanos consejos para retomar la vida.
El bar restaurante tiene bastante fama entre los viñamarinos buenos para el tinto. En la barra hay un grupo de vejetes que, con sus ternos del siglo pasado, se empipan de lo lindo y se ríen de la muerte a mandíbula batiente.
El local está dividido en dos. En la primera parte están los que beben más y comen menos, por lo tanto se puede fumar. En la otra sala se come bien y a la española y no lo conozco.
A la Flor de Chile, ubicada en 8 Norte, llegan periodistas y arquitectos del municipio viñamarino, reporteros del Congreso Nacional y el famoso "Tío Lucho", que al parecer está desaparecido por algunos problemas generados al interior del recinto.
Mientras me comía dos empanadas de queso con pimentón, donde el relleno estaba bastante helado en el centro, me encontré con la dueña del parvulario donde estudió mi hijo, en el Cerro Alegre. Entre litros de cerveza que pasaban raudamente, la felicité por el excelente trabajo que realizó con el chicoco, ya que intelectualmente no tiene grandes fallas.
¡Por esa sola razón deberías estar feliz!, me dijo la profesora y en eso me quedé pensando mientras retornaba a Valparaíso tratando de olvidar a ese ratón en mi adolorida cabeza.


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