1.08.2009

¿De dónde salen tantos punkis?


Por Ajenjo


Son las dos de la mañana del primero de enero del año 2009 y estoy sentado frente a la puerta de la recién inaugurada discoteca Blondie de Valparaíso, en la calle Cochrane.
Ese fue el punto de encuentro para juntarnos con unos amigos que jamás llegaron, pero que nos permitieron observar un espectáculo punk bastante extremo.
Una banda de chicos santiaguinos, con sus casacas rojas y negras y sus pelos parados y puntiagudos, como crestas doradas, tomaban y conversaban en una esquina.
Un joven borracho pasó y les gritó algo. La pandilla rápidamente actuó y le pusieron varias patadas en la cabeza y en la cara en cuestión de microsegundos.
Todo esto sucedía a escasos metros de mi grupo de amigos, quienes salieron arrancando y bastante atemorizados volvimos a la casa en busca de un poco de paz.
¿De dónde sale tanto punk?, me pregunto mientras camino por el mar humano que quiebra botellas de vidrio y sube por una escalera hacia el paseo Yugoslavo, clonando la imagen de los Orcos invadiendo un castillo en la película El Señor de los Anillos.
Siempre he tratado de ser tolerante con todo el mundo, pero la violencia no cuadra conmigo y no comprendo los golpes y las patadas.
Cada vez que pasó por fuera de un supermercado en la calle Brasil, a un costado de una feria de artesanía, veo como un alcoholizado, hediondo y alterado grupo de seudos punk piden plata a la gente con su cántico: "flaquito, colabora con una monedita por favor".
Mi hijo les tiene temor y yo no comprendo cómo pueden seguir ahí, orinando, golpeándose y tomando en su garrafas de plástico sin que nadie haga algo.
Al final terminé el AñoNuevo algo apestado por estos pensamientos y sólo me calmó la buena conversa con los músicos Andrés "Che" Hernández (del ya desaparecido grupo Raudales) y el jazzista Gabriel Reyes, quienes me llevaron a la playa de Quintay a degustar mariscos y a olvidar la enajenante violencia.
Siempre he sido un poco punk para mis cosas, pero jamás le he pegado un combo a nadie y sigo convencido que la violencia es un maldito cáncer social.


ajenjoverde@hotmail.com

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