12.23.2005

Aire libre


Para todos los viejitos que pasan la Navidad solos

Valparaíso nunca se ha destacado por ser una ciudad con lugares para beber al aire libre. En Viña del Mar están el Samoiedo y el Portal Alamos, además de otras instancias para tragar bebidas espirituosas, especialmente cerveza heladita, respirando oxígeno y sintiendo el viento en la cara.
Con la llegada de mi novia Jacobé desde Barcelona, tuve la imperiosa necesidad de buscar un lugar donde pudiéramos conversar, ponernos al día después de tres meses, pero que no fuera el típico bar porteño, con nubes de humo, viejitos curados y reggaetón por los parlantes.
Una semana antes, con un grupo de brothers, fuimos una tarde de domingo en busca de unos bajativos al Deck 00, en el Muelle Barón, sin embargo estaba cerrado. Terminamos tomando cerveza en una fuente de soda que se instaló en la entrada de este recinto turístico. El lugar es exquisito, ya que te sientas mirando el mar, bajo gigantes parasoles de lona, mientras una mesera trae cervezas de litro con vasos de vidrio sacados del congelador.
Con Jacobé nos tomamos unas latas y después el botellón de litro. Bastante chispeados decidimos ir a ver el partido de fútbol entre la Chile y la Católica, en el Moneda de Oro. El restaurante abrió sus puertas en forma extraordinaria un día domingo, sólo por la gran final.
Mozos de reemplazo, que desconocían a los habituales parroquianos, se encargaban de servir las mesas. Pedimos la tradicional botella de colemono, no obstante se había acabado y empezaron a cocinar en forma inmediata el lechoso caldo para abastecernos.
Seguimos filtrando cerveza, comiendo sanguchitos y papas fritas y rematando con un colemono bien heladito.
El hijo de una chica superpoderosa, que es mi ahijado adoptivo, me encontró en el bar. Es fanático de la "U" y se lanzó un grito de esperanza en el local, que estaba lleno de fanáticos azules. Todos corearon, pero de nada sirvió.
Al final llegamos a la casa bastante dañados y escuchando a Calamaro nos quedamos dormidos.
Durante la semana he vuelto a buscar el colemono del Moneda de Oro. Es como una pequeña cena en el viejo bar, donde observando al Kike Morandé por la pantalla y conversando con los viejos jugadores de dominó y brisca, las horas de soledad se hacen menos pesadas.
Todas esas visiones me hacen entender a los viejos que se gastan su mínima jubilación en puro vinito tinto. Estos seres humanos están solitos y encuentran en la calma de los bares y en la anestesia del licor, buenos momentos para esperar la hora en que los encerrarán en el cajón de madera.
Los bares son generalmente lugares de hombres solitarios, algo perdidos, que buscan detrás de una barra el cariño que muchas veces les fue ajeno en sus casas.
El año pasado celebré la Navidad en un bar, junto al escritor Víctor Rojas, pero eso ya es otra historia que verdaderamente me da pena relatarla. Que quede en la memoria no más.

ajenjoverde@hotmail.com
http://ajenjoverde.blogspot.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cada dia esta volviendote mas hueco..onda escribis pura chuhcoca de la onda soy electronico..me extraña si te las day de porteño haciendo alusiones al vino con chirimoya y te crei aleman..donde la viste..

Alina Reyes dijo...

entonces que el compadre de arriba bloguee en otro sitio, no les parece? a mí me ghustan estas historias de personajes perdidos, y me dan ganas de salir a caminar por el muelle y tomarme una cerveza helada en compañía de ajendo, a quien espero econtrar el otro fin de semana cuando deje la capital para extraviarme en las calles de valpo