12.09.2005

Tomando La Floripondio


A Fritz, Macha , Tuto y Toto. Por esos años locos.

El Macha, líder y vocalista de LaFloripondio, se percata de mi presencia a un costado del escenario del Teatro Mauri. Está vestido sólo con un calzoncillo y en la cabeza lleva un gorro playero. Avanza, se agacha, y me pasa el micrófono para que grite algo al público rockero. Recito un par de frases de un poema y todos se ríen. La fiesta continúa.
La escena anterior corresponde al recital de La Patogallina Saunmachín y La Floripondio, que la semana pasada estremeció a Valparaíso. Toda la historia comenzó, como ya es una tradición, en el restaurante Caruso. Dos botellas de J. Bouchon Sauvignon Blanc, junto a mi brother médico, nos lanzaron al hiperespacio de una noche de juerga que estuvo bastante dura.
Llamamos a nuestro taxista amigo, el señor Maureira, quien nos trasladó desde el restaurante hasta el Teatro Mauri. Una petaca de ron Bacardi fue comprada en una botillería e introducida al recital. Yo llevaba orgulloso mi polera de los Patogallina musicales, que la baterista y la tecladista me habían regalado como agradecimiento por haber dormido en mi casa.
El recital ya había empezado y El Caleidoscopista, con un saco de plumas de gallina blanca, se paseaba por el escenario lanzándolas al público. La gente bailaba tranquila, mientras el vocalista de la Saunmachín gritaba fuertes consignas políticas.
Después salió LaFloripondio, el plato fuerte de la noche. El público danzó y cantó como siempre, demostrando que este grupo ya está arraigado en el alma del carretero porteño.

Conozco a estos músicos desde hace más de diez años. Fui testigo de sus primeras tocatas, cuando El Macha imitaba a Luca Prodan y el virtuoso guitarrista Toto Alvarez apenas se sostenía en el escenario e insultaba a los integrantes y al público en una locura alcohólica juvenil y desenfadada. Junto a mi grupo de punk, Lakaña Rock, los acompañamos por una gira hacia Concepción. Tomamos la micro en Viña del Mar y antes de pasar por Santiago ya nos querían echar por ruidosos, molestos y faltos de respeto.
Tocamos en una discoteca penquista llamada Havana Club y la fiesta terminó con la llegada de carabineros y los integrantes de Machuca presos.
Después LaFloripondio comenzó a cambiar. El Toto fue expulsado por mala conducta y la música tuvo un giro inesperado hacia la cumbia y la pachanga. Eran los nuevos tiempos, donde el mensaje de "yo no los elegí y ellos no me eligieron" se diluía entre bailes de monos y zungas latinas.
Uno de los integrantes más serios es el bajista Tuto, alto y siempre muy amigable. Todavía recuerdo que junto al Macha me robaron una polera con el rostro de Luca Prodan. Yo la di por perdida y luego lo vi en la tele con la camiseta puesta. También está Fritz, el baterista, quien es conocido como "El Excelente". Su rostro chinesco y su parada de galán latino frente a las minas siempre causa mucha risa.
El recital en el Mauri llegó a su esplendor con toda la masa bailando sobre el escenario, mientras El Macha se bajaba los calzoncillos y les mostraba el poto a los presentes. Todo un final clásico de esta banda de Villa Alemana.

El sábado desperté con la ropa puesta y sólo la frazada de la cama encima del cuerpo, símbolo de un carrete poderoso. Me duché y me fui a cortar el pelo a Viña del Mar. Pasé a saludar a mi amiga fotocopiadora y me convidó a beber unas latas de cerveza.
Fuimos a comer un menú al Margarita de calle Quinta y rematamos en el segundo piso del Portal Alamos tomando ron a las cinco de la tarde junto a su novio fotógrafo, que cada cinco minutos sacaba una petaca de Araucano y la besaba nerviosamente.
Bastante dañado tomé el flamante nuevo metro regional y entre el ensueño etílico me sumergí en las profundidaes subterráneas de la ciudad y de mis recuerdos.

ajenjoverde@hotmail.com

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