9.10.2009

Esperando a Tomás Olivera


Por Ajenjo

Valparaíso debería estar de fiesta por la noticia de que uno de los mejores chefs del país esté apostando por esta mutante ciudad y se instale con un restaurante de comida chilena.
Se trata de Tomás Olivera, quien actualmente es el chef del restaurante Adra, del hotel Ritz Carlton en Santiago.
¿Cómo les quedó el ojo?
El profesional de la gastronomía compró el restaurante Caruso, en la subida Cumming, y pronto abrirá un local que seguirá llevando el mismo nombre, pero que tendrá su sello personal y que, según los entendidos, será para chuparse los bigotes.
Personalmente no conozco al chef, pero después de escribir mi columna sobre la despedida del antiguo Caruso, me escribió un correo electrónico, donde me pedía que se me pasara la tristeza, ya que él continuaría con el espíritu forjado en ese mítico local porteño. Después hablé por celular y nos pusimos de acuerdo para una entrevista, que por las circunstancias de la vida, todavía no se puede ejecutar.
Javi Luco, la antigua dueña del Caruso, me señaló que le había vendido con mucho cariño y entusiasmo su restaurante, ya que “es un porteño que incluso tiene una historia con este local y sabe perfectamente dónde está y qué es lo que hará”.
Buceando por revistas electrónicas, confirmo que Tomás Olivera es un porteño de tomo y lomo, que estudió en el liceo La Igualdad, bajo la atenta mirada de su padre carnicero y su madre dueña de casa. Después de trabajar en una disquería y de toparse por suerte con el mundo gastronómico, decidió estudiar en el Inacap de Viña del Mar. En sus primeras labores cocinó para el Obispado de Valparaíso, el clásico Vitamin Service de Pedro Montt y de ahí al Hotel O’Higgins y después al Hotel del Mar.
Lo demás ya es historia de grandes ligas, ya que estuvo en el famoso y exótico restaurante Zanzíbar, en Santiago, para después aterrizar en el Adra.
Cubriendo la noticia de una explosión de una cañería de gas, camino por la calle Cumming y me encuentro con el restaurante y unos maestros trabajando. El nuevo letrero ya tiene su sello personal y me asomo, mientras mi nariz imaginariamente huele prietas, costillares, cazuelas y valdivianos.
Queda muy poco para recibir a Tomás Olivera y hay que estar orgullosos y sacar pecho de este gran hijo pródigo que vuelve a su ciudad lleno de sueños y triunfos.

ajenjoverde@hotmail.com

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