3.24.2009

Un matrimonio de alto vuelo...


Por Ajenjo


Nuevamente voy camino a la localidad de Pirque, al matrimonio de mi gran amiga "La Marilyn Manson", quien después de vivir muchos años en la Isla de Pascua, decidió dar el paso definitivo y casarse en el continente con su "yorgo".
El novio, un gran brother, es un pascuense de tomo y lomo, y obviamente el matrimonio tuvo características polinésicas que aquí, mis queridos lectores, les paso a detallar.
Pero antes les contaré sobre algunos de mis compañeros de mesa, con quienes me tocó convivir y reírme a mandíbula batiente. Una de las parejas era Papito, el ex presidiario y ahora agitador cultural de la ex Cárcel, junto con su señora periodista. Después estaba "El Kaleidoscopista", quien integró por muchos años el grupo de teatro La Patogallina y quien era el único que no era de Valparaíso.
Papito, antes de empezar a comerse la entrada de ceviche de atún de la Isla de Pascua, le dijo al Kaleidoscopista: "Tú no soi choro porteño". El santiaguino, quien aseguró que era porteño de adopción, tomo una gran copa de vino blanco y se la bebió entera en un microsegundo, sacando aplausos de la concurrencia y presagiando lo que sería una noche bastante etílica.
Tomé blanco y del otro y después me empecé a tirar unas whiskolas, que es mi trago preferido en los matrimonios. Una orquesta se lanzaba las medias cumbias y de repente salió un grupo pascuenses y todos empezamos a bailar onda sau sau. Es que con el estanque lleno, pueden poner la música más extraña del mundo y soy capaz de sacarle el ritmo (obviamente dejando a la vergüenza ajena sentada en la mesa).
Se tocaron "Flaca", de Calamaro, en versión Rapa Nui. Yo estaba que lloraba, pero mis lágrimas de curadito se aguantaron hasta que salió la novia, con un erótico y power vestido pascuense y, junto a una isleña, que era profesora de baile, se mandaron una coreografía que dejó a todos turulatos.
Después el novio, con otros pascuenses, hicieron una danza ritual de gritos y movimientos violentos, que también sacó aplausos de una concurrencia que estaba feliz y con un trago en la mano.
En la fiesta había todo tipo de invitados, y pude visualizar hasta una ministra, que también le hacía empeño al baile polinésico.
También había un chicoco terneado, que tratada de bailar pascuense a todo ritmo, pero que nos dejó con arcadas de tanto reírnos.
Como a la seis de la mañana nos retiramos con rumbo a Santiago. En el auto iban todos tirando tallas y comentando que el matrimonio había sido "de categoría y de alto vuelo" . Yo pensaba en que el novio no tiró la liga de la novia, pero lo que más recordaba era la playa de Anakena, donde conocí a la mujer más bella del mundo, y el amor volvió a mi vida para no despegarse nunca más.
¡Felicidad al nuevo matrimonio y que vengan los "yorgos" chicos a este mundo!


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