3.08.2009

Reconciliación y sacrificio


Por Ajenjo


Toda reconciliación, de cualquier naturaleza, tiene una cuota de sacrificio.
En esa frase, y en la muerte del poeta Miguel Serrano, pensaba mientras esperaba a mi novia debajo del reloj Turri, para celebrar su cumpleaños y tratar de reconciliar nuestras diferencias.
Una de las cosas que más le gusta en la vida es conocer restaurantes caros, por lo tanto decidí desempolvar la tarjeta de crédito y nuevamente empezar a usarla, sabiendo perfectamente los dolores de cabeza y bolsillo que me traerá más adelante.
Vamos subiendo por el ascensor y trato de mantener a raya los dolores estomacales que me invaden como si fuera un quinceañero en mi primera cita. Le advierto que no tengo reserva para el restaurante "Pasta e Vino", pero que tratare de "tollar" para encontrar una mesa. En la entrada se ubica una pareja con un computador. Parecen modelos sacados de alguna publicidad de Benetton. Ella, con un dejo de esperanza, revisa la pantalla y pone una cara que me alegra, sin embargo el tipo le dice otra cosa y lamentablemente nos quedamos afuera.
De regalo llevaba el libro "Valparaíso a la mesa", del periodista Carlos Reyes y de ahi sacamos la información de un restaurante llamado "Montealegre", ubicado precisamente en esa calle que lleva el nombre de árbol.
Partimos y me di cuenta que ese lugar pertenece al hotel más cuico de Valparaíso, y que antes de transformarse, fue la casa de una amiga donde se realizó mi primer matrimonio.
Con ese nervioso dato entró al restaurante y me encuentro en otra dimensión. Lejos y sin ninguna duda, este sitio es el más refinado y complejo lugar para cenar de Valparaíso. Todo es perfecto, desde la terraza con una vista amplia y singular de la bahía, hasta sus servilletas de género negro y su servicio que brilla hasta hipnotizar.
Me lance un pisco sour perfecto y helado. Ella bebía cerveza y pidió de entrada un plato denominado Machas y Machas. Eran tres pocillos llenos de lenguas, donde algunas estaban marinadas en vodka y menta, mientras otras desarrollaban una estética espuma marina.
De fondo me comí unos filetes de congrio fritos espectaculares. La cobertura dorada y crujiente de mi pescado es la más sabrosa de toda mi vida. Ella devoraba unos canelones gigantes verdes rellenos con pulpo. Inlcuso el plato traía un baby o mini pulpo, y me lo devoré recordando la cinta "Old Boy".
Tomamos vino y hablamos de nuestras diferencias y de las posibilidades reales de reconciliación. El futuro es incierto y la única certeza es la cuenta que me llegará a fin de mes, pero claro: "toda reconciliación exige sacrificio".


ajenjoverde@hotmail.com

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