9.21.2008

La pequeña España en Urriola



Me salgo de la mitad del concierto de Sol y Lluvia en el Teatro Municipal de Valparaíso para acompañar a mi brother oftalmólogo, quien me había convidado a degustar unas “tapas” a un restaurante de la calle Urriola.
El local se llama “383” , por el número de la calle, y es atendido por su bella dueña. Yo conocía a su ex pareja, Rafael Estica, un excelente chef que había estado en Japón y que ahora trabaja en Reñaca y siempre le juré que iría a verlo a su local, que en ese tiempo se llamaba Delicattesen o algo así. Llegué placé, como dicen los “burreros”, ya que la pareja se desarmó, pero el restaurante sigue vivo.
El asunto es que me comí algunas cosas exquisitas, como “tapas” con alcachofa y queso de cabra. Incluso salimos con un tarro de mermelada de naranja, que la dueña fabrica en forma casera.
Luego de cerrar subimos un poco más por Urriola y pasamos por el “Poblenou”, sin embargo, no entramos y avanzamos unos metros llegando a otro local de “tapas españolas”.
El nombre no me acuerdo, pero está en la intersección de las calles Urriola con Alvaro Besa.
El asunto se nota que está manejado por argentinos (al parecer) y es bastante bonito y bueno. No barato.
He tenido la posibilidad de comer estas “tapas españolas” en Madrid, Barcelona, Segovia y otras ciudades hispanas. Es un invento de este pueblo que a las 12 del día está tomando trago en todos los bares y café y que para no curarse deben ingerir algo de alimento.
Son pequeñas pero sabrosas dosis de comida, que no cuestan muy caro. Esa es la gran diferencia con las “tapas urrolianas” que están ofreciendo en esa calle.
Las “tapas chilenas” parecen canapés y valen cerca de 5 mil pesos cada uno. La idea no es salir a comer hasta quedar con el ombligo parado, pero si es necesario llenar el estómago un poco para no emborracharse con el vino y el ron que uno se manda para adentro.
Todo en Urriola es muy bonito y bastante estiloso, pero están aplicando mal el concepto de “las tapas”. Creo que se enredan en sabores, especies y aliños rebuscados.
Uno quiere conversar con los amigos, reírse, tomarse unas copas y que la vida pase en forma feliz y sin grandes sobresaltos, pero todo se complica cuando llega la abultada cuenta a la mesa.
En Urriola hay buena atención y mucho estilo. Sólo falta más simplicidad.
ajenjoverde@hotmail.com

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