7.18.2008

Aznar y las Sex and the City


Hace más de cuatro años escribí una columna llamada “Aznar el antirockero”, donde describía un encuentro con este gran músico argentino en el Cinzano.
Ahora la historia vuelve a repetirse y nuevamente me encontré con Pedrito, a quien le pinté un poco el mono debido a la emoción y las copas de una noche más de agitada bohemia porteña.
Ese sábado andaba con mi novia y tres amigas santiaguinas que eran las clones de las Sex and the City. Las cuatro muchachas caminaban por las calles del cerro Bellavista y las confundían con “europeas” por su belleza y su áurea de cuicas buena onda.
Mi amiga productora me avisó que Pedrito Aznar, junto a sus amigos, visitaría primero el restaurante Caruso y luego el Cinzano, donde realizaría un homenaje a Carmen Corena.
Les avisé a las Sex and the City, y una de ellas me encargó un disco para que el artista lo firmara, ya que su hermana era fanática.
Hicimos “la previa” en el departamento de mi novia, tomando un Vodka Absolut con aroma de pera y unos wiskachos.
Llegamos al Cinzano que, para variar, estaba repleto, pero en menos de una hora ya nos habían conseguido una mesa y vimos la aparición del antirockero argentino. Con su tremenda humildad me firmó el disco y luego posó junto a las Sex and the City, quienes sonreían felices por estar cerca del artista.
Como agradecimiento le besé la mano y me miró con asombro, empezando a percatarme de que ya estaba bastante chispeado, por decir lo menos.
Aznar salió a cantar tango y remató con el Chipi-Chipi. Salí a bailar y arengaba a la gente del restaurante con gritos bastante desproporcionados.
Después salió un mozo y se puso a cantar el himno del Santiago Wanderers y, como ya es mi costumbre, rematé gritando por el campeón Everton.
Alfredo Troncoso, de la productora Macondo y responsable de la venida a Chile del artista trasandino, le explicó mi osadía.
Las Sex and the City ya me habían bautizado como el “hiper” (por hiperventilado) y el remate final fue cuando pasé, como un feliz cometa, por arriba de la mesa y aterricé junto a Pedro Aznar. “Te recitaré un poema dedicado a las prostitutas de la región”, le dije modulando a duras penas. El poema se me diluyó en la mitad de la recitada y jamás olvidaré los ojos de huevo frito que me ponía el famoso artista, mientras yo volvía a la mesa conCarrie, Charlotte, Miranda y Samantha, quienes se reían a mandíbula batiente de mi humilde persona.


ajenjoverde@hotmail.com

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