5.06.2008

Desayuno o morir


Paso por el "Danubio Azul", en la calle Esmeralda, para tomar desayuno: una paila con dos huevos, pan amasado y una humeante taza de té.
El local está en pleno proceso de remodelación y eso ha implicado que la paila cueste 1.200 pesos. ¿No será muy caro?, me pregunto mientras mojo la miguita con la yema.
Recuerdo al desaparecido "Bernal" y sus completos exquisitos. Sinceramente creo que uno de los mayores secretos estaba en la mayonesa que le aplicaba el maestro planchero. Para nuestros hígados castigados por la vida una mala mayonesa puede mandarnos al hospital.
Un amigo me dice que en la noche el "Danubio Azul" tendrá otra onda. Música, jazz, electrónica... ¿Quién sabe? Ojalá que el sabor de sus completos y sanguchitos no cambie. Hay veces que las renovaciones porteñas sólo sirven para caer en el más hondo de los precipicios. Siempre he sido militante de los locales antiguos, de madera, con atención personalizada y con platos y tragos grandes y provechosos.
Hablando de desayunos hay que citar el café de los argentinos, ubicado al lado del Café del Poeta, en la plaza Aníbal Pinto. Hay una oferta de un vasito de soda, otra de jugo natural, un café cortado y dos medialunas calientitas con un toque de salsa dulce. Todo esto creo que vale 1.090 pesos y les puedo asegurar que es absolutamente rico y fresco... ¡Hasta las garzonas que atienden!
Los desayunos son importantes, especialmente cuando la noche anterior ha sido regada y las neuronas y el estómago piden bálsamos para calmar el dolor. Recuerdo a Juanito Piatze, uno de los filósofos chilenos especialistas en Nietzsche, corriendo por Condell hacia el "Bogarín" de la Plaza Victoria, para apagar la hoguera mental con tres o cuatro jugos naturales. Mi preferido es un buen vaso de papaya con un sandwich digno de los dioses que tiene lechuga, mortadela y tres pancitos de molde: "la milanesa". Este sandwich siempre lo preparan en el momento y toda la ciencia está en el líquido que utilizan para adobar la lechugita.
Con tanto escribir de comida se me abrió el apetito. ¿Adónde voy a calmar el gusano de la tripa que exige su alimento mañanero? ¿A las caras pailas con huevo del "Danubio? ¿Dónde los argentinos y sus garzonas o al clásico "Bogarín"?

1 comentario:

amapola dijo...

Buenisimos su blogs, leer lo que usted escribe me transporto al pasado, no tan pasado, cuando pasaba a comer un completo alcanzo usted a comer? los ricos berlines del Café Vienes quedaron en la memoria gustativa,nunca en ningún lugar de los cuales he viajado los he vuelto a comer. y tantas cosas que han ido desapareciendo de Valparaiso, recordar el café Riquet y otros lugares.
Muchas gracias.
Amapola