4.02.2008

Cordillera y Calamaro


Por Ajenjo

Estoy cruzando la Cordillera de los Andes en un bus de dos pisos y voy rumbo a Mendoza para asistir a un recital de Andrés Calamaro en el Estadio Talleres.
En la alta montaña, mi novia le pidió una mantita al auxiliar ya que el frío empezaba a calar los huesos, sin embargo no había y la amigdalitis avanzó sin transar.
Llegamos a las seis y media de la madrugada al terminal trasandino y un taxi nos dejó en el centro de la ciudad. Un hotel nos reservó unas piezas a las diez de la mañana y tuvimos que hacer hora comiendo facturas, tomando café y unas cervezas Quilmes mañaneras que anunciaron que el viaje estaría bastante achichado.
Antes del recital visitamos una parrillada argentina. Nos pedimos los medios bistocos y unos vinos Malbec que lograron llevarnos al ciberespacio. Caminamos alegres y felices por las sombreadas veredas mendocinas y encontramos un casino. Jugué unas cuantas monedas y me gané 50 pesos. Decidí convertirlos en dos vasotes de Chivas Regal y un fernet con coca, para aumentar la intensidad y apaciguar la ansiedad pre recital.
Un taxi nos llevó hasta el estadio. Ahí tuvimos la suerte de ver a un artista entregándose con toda la pasión posible a su fiel público. Me compré dos poleras y canté hasta desgarrarme las cuerdas vocales. ¡El mejor recital de mi vida!
Al otro día, cansado y con mi novia arrastrando un resfriado, comenzó la sesión de compras. Discos del grupo Intoxicados, poleras de encargo, botas para mi novia, muchos libros y una pizzería que terminó de calmar el hambre consumista.
En la tarde tuve que ubicar un motel, no precisamente para realizar lo que todos los seres humanos hacen en los moteles, sino que para mi novia descansara en una cama ya que la fiebre la tenía completamente trastornada.
En la noche, y después de comprar la mantita más cara de toda mi vida, volvimos a subirnos al bus de dos pisos mientras en mis orejas resonaba fuerte: "Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado. ¡Qué me importa que se rían y nos llamen los mareados!..."


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