1.03.2008

Sobreviviendo al Año Nuevo


Después de pasar 10 años seguidos el Año Nuevo en Valparaíso ya me siento capacitado para entregar recomendaciones de supervivencia a los turistas que llegarán a este exótico puerto maldito en busca de jarana, fuegos artificiales y pachanga hasta el amanecer.
Lo primero que les puedo gritar es que no se les ocurra meterse a ninguna fiesta pagada. Las promesas de barras abiertas de 100 metros son una sarta de mentiras comprobadas. Al final uno termina pagando veinte lucas y trata de sacar un trago y sólo recibe codazos y codazos y finalmente terminas con una piscola aguada entre las manos. Los organizadores de estas fiestas aprovechan la enorme cantidad de gente y prometen de todo en afiches multicolores. El papel aguanta todo y no hay que dejarse tentar por esas aburridas fiestas.
Una recomendación positiva es pasar el Año Nuevo en la calle junto a la masa que grita, aulla, se abraza, bebe y hace pichi en el gran living en que se convierten las arterias y plazas porteñas. No se le ocurra tratar de comprar trago en alguna botillería del plan, ya que las filas son largas e incomodas. Después de ver los fuegos artificales salga aperado de la casa con su botellita de lo que sea y piérdase entre el ritmo urbano.
Dicen que en esta ocasión se montará una fiesta electrónica en la plaza frente a la Intendencia Regional. El año pasado un grupo de enajenados punk y anarcos alcoholizados, al ritmo del licor barato y los pitos paraguayos, rompieron vidrios y puertas. Ahora la situación promete cambiar, pero es altamente recomendable retirarse con los primeros rayos del sol, ya que a esa hora la cosa parece relajarse y la violencia puede llegar. Nadie quiere estar el 1 de enero con puntos en el craneo.
Otra recomendación importantísima a la hora de celebrar esta fiesta es no ponerse a tomar temprano. Hay giles que a las 5 de la tarde llevan 20 vinos y tres cervezas en su conciencia y a la hora de abrazar están babeando como mongólicos. Sea precavido y el 31 en la tarde beba mucha agua y relájese. Si es posible métase a la tina con sales de mar.
No coma pesado. Si pretende salir a jaranear a la calle no engulla como cerdo. La experiencia indica que las mezclas estomacales finalmente se vierten hacia el exterior y andar llamando a Guajardo es realmente desagradable. Nadie quiere abrazar a un tipo pasado a vomito. Hay que cuidar la imagen.
Finalmente descanse mucho el 1 de enero. No se le ocurra estar tomando cervezas recomponedoras o mariscales calientes. Coma ensaladas y trate de dormir.
Y lo más importante es que todo lo que haga y diga con la botella de champaña chorreando por su cabeza le será perdonado. En estas fechas el exceso está permitido y el arrepentimiento sólo está presente en las mentes débiles. Lo comido y lo bailado no se lo quitará nadie y menos si tiene un Alka Seltzer a su lado.

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