2.17.2009

Divorcio on the rocks


Por Ajenjo


El juez golpea con su martillo en la mesa y exclama: "Ha lugar al divorcio".
Mi abogada me mira con cara de felicidad, mientras de mi espalda se extienden dos grandes alas que desempolvan muchos años de amor y conflictos.
Les digo a mis testigos con voz emocionada: "los invito a todos a almorzar al Cinzano", sin embargo un sólo amigo, junto a la joven abogada, aceptaron la propuesta.
Fue así como los pisco sour y el vino tintolio fueron los primeros golpes que recibimos esa tarde, donde celebrábamos el término jurídico de una relación.
Al salir del Cinzano nos pasó la típica de los buenos para el trago: se nos calentó el hocico. A las cuatro de la tarde bebíamos ron con cocacola como si fuera agua de la llave en el Moneda de Oro, mientras la legüleya nos advertía que se había emborrachado sólo cuatro veces en su vida y nunca de día.
Su afirmación nos sacó risas y decidimos subir a mi casa de Yerbas Buenas y destapamos unas botellas de champaña y le agregamos licor de cassis, para continuar bebiendo Kir Royal.
Después rematamos con unas copas de ajenjo y fue ahí que noté que uno de los testigos amigos ya necesitaba dormir, mientras la abogada pedía un taxi a grito limpio para retornar a su hogar.
Todo se solucionó rápidamente y se cumplieron los deseos de ambos, mientras yo hablaba con mi celular con gente que seguramente entendió la mitad de las cosas que trataba de explicar.
En la noche me habían invitado a un cumpleaños en un pub llamado Alimapu, donde apenas pude tomarme unas cervezas reponedoras.
Como a la una de la mañana el grupo decidió ir a un local llamado El Tablón Rufino, que es como El Huevo, pero con loquitos en su mayoría entre 30 y 40 años.
Extendí mis alas de mi nueva soltería y como un ave fénix que renace al carrete porteño me lanzó a una nueva aventura bohemia.
El local, llamado también Área, es bastante entretenido. Lo que más me gustó fue el primer piso, donde una banda en vivo tocaba temas ochenteros y el vocalista cantaba a ras de piso, mientras dos señoritas le bailaban pegadas a su cuerpo.
El grupo cumpleañero transpiraba bailando reggaeton y yo nuevamente extendí mis alas y fui en busca de mi almohada para soñar con un futuro lejano a todo conflicto y pelea y donde el amor, mis amigos, mi familia, mi hijo y las buenas personas estén siempre a mi lado.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

felicitaciones
nadie sabe para quien trabaja

Anónimo dijo...

¿nadie sabe para quien trabaja?
Extraña frase...
Pienso y luego pienso

Anónimo dijo...

y luego sigo pensando...