8.11.2008

Los Fans de Ajenjo

Por Ajenjo

Estoy en mi casa... Perdón, comenzaré de nuevo. Estoy en el Moneda de Oro (mi verdadero hogar), sentado junto a mi brother oftalmólogo, cuando se acerca un joven a nuestra mesa.
“Perdón , ¿es usted Ajenjo?”
Lo miro algo extrañado y muevo la cabeza en forma de afirmación.
El muchacho extiende su mano y me pregunta si puede sentarse unos minutos con nosotros. Yo no le pongo ningún obstáculo, mientras él acomoda su silla y aprovecha de llamar a un socio que estaba sentado en una mesa vecina.
“Estamos tomando cola de mono ya que la recomendó tanto en su columna que siempre estamos leyendo”, me dice.
Le presento a mi brother médico, al que ya conocían literariamente. Ellos me explican que son estudiantes de sicología (parece) de la Universidad Arcis y que hace meses que querían llegar a este bar y conocerme personalmente.
Hablamos sobre el licor Ajenjo y sus propiedades y después comenzó un partido de fútbol y les pedimos a los muchachos que si podíamos interrumpir la conversa, ya que nosotros estábamos interesados en ver el encuentro.
Los jóvenes se despidieron y emigraron a su mesa a seguir bebiendo el lechoso licor, mientras nosotros levantábamos los vasos con ron y Coca Cola, como un signo de una incipiente amistad.
Los jóvenes se fueron del bar y se acercó el mozo Fernando, quien me explicó que los estudiantes habían llegado preguntando por Ajenjo, y él había decidió revelar mi identidad física cuando ingresé al local.
“Los jóvenes eran buena gente, pero a veces hay gente más penca, por lo tanto, si es que esto llega de nuevo a suceder, avísame antes de apuntarme con el dedo”, le digo en forma precavida, recordando los primeros años de esta columna, cuando la famosa dueña de una discoteca bisexual llegó hasta la redacción del diario, junto a un abogado, pidiendo que le revelaran la identidad de Ajenjo.
Obviamente nadie la pescó.
No puedo mentir y no puedo mentirles. Después que los jóvenes se retiraron, el ego que siempre estoy tratando a patadas y combos, me quedó un poco hinchado.
¡Pucha que es necesario que a veces sucedan este tipo de cosas ! Es que en este país lo malo te lo refriegan en la cara con placer, mientras los triunfos o las cosas buenas que suceden se integran a una envidia a enfermiza y galopante.
Vuelvan cabros al bar a conversar. Hay muchas cosas de que hablar y cientos de vasos de cerveza y ron que bajar.
¡Muchas gracias!


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