3.03.2008

Devorador de quiltros

Por Ajenjo

Son como las doce de la noche y salgo bastante mareado de la película Cloverfield, donde monstruos gigantescos destruyen Nueva York, al igual como Osama y sus aviones lo hicieron en septiembre del 2001.
La película está filmada con cámara en mano y todo se mueve tan rápidamente que los ojos y la mente se vuelven locos y a mi me dio sed, mucha sed.
Para tratar de calmar esa ansiedad etílica llegué nuevamente al bar Verde Absenta de Salvador Donoso, donde en un ataque de "new rich" me pedi el trago más caro. Un ajenjo de color rojo, de 5.500 pesos, que no tiene gusto a anís y que, según la carta, es el más parecido a la alucinante receta original. El trago es exquisito y lo que provoca en el cerebro es bastante adormecedor.
A todo el mundo le ando recomendando ir al Verde Absenta y muchos de mis amigos llegan reclamando por el fuerte gusto a anís de este mítico trago. Hay que tomar el de color rojito y veran que la cosa cambia bastante.
Con las imágenes de Cloverfield y el absenta colorado comencé a despedir este verano 2008. Me fui a las mesas que mi querido bar Moneda de Oro instala en la calle durante el día, para aprovechar el solcito estival. Me estaba bajando una helada cervecita cuando observé como llegó un grupo de personas vestidas como enferemeros y con un lazo comenzaron a atrapar a los perros callejeros de Valparaíso.
Los tipos eran bien valientes y los perseguían por la plaza Cívica, metiéndolos en una caja que decía: "esterilización".
Una señora comenzó a insultarlos y profería fuertes groserías contra "la nueva perrera". Yo, insuflado por el espíritu cervezero, arremetí contra la mujer y le dije que parara tanta ignorancia ya que Valparaíso era una ciudad que sufría de una plaga canina y esa gente sólo estaba ayudando a tener una urbe más civilizada.
La viejita la agarró conmigo. Me lanzó un rosario de garabatos que logró que, en cuestión de microsegundos, me bajara el vaso, dejará la plata en la mesa y saliera corriendo.
Sano y salvo me puse a pensar que podría llegar un gran Monstruo, tipo Cloverfield, y comerse a todos los perros callejeros de la ciudad. Me imaginé la escena en Pedro Montt, mientras el Godzila porteño masticaba un quiltro. Demasiada absenta roja.

1 comentario:

MuereBoriz dijo...

¿un porteño que odia a los quiltros?
Señor: demasiada absenta roja.