3.18.2008

Comiendo conejo


Por Ajenjo

Mi novia me lleva de la mano a cenar en un restaurante del barrio Yungay, en Santiago, conocido como “La peluquería francesa”. El asunto es bastante cuico y me recuerda el “J. Cruz”, ya que además de servir comida y vino, está lleno de antigüedades que se venden a los clientes.
Miro la carta y me la juego por un conejo a la mostaza. Me llega un plato que parece un gran pedazo de pollo, pero con un mínimo de carne. Lucho contra el plato tratando de sacar algo y la carne es bastante sabrosa, pero algo dura.
Al ver al conejo en el plato recordé un episodio universitario en Colliguay, cuando con un grupo de compañeros, más un arquitecto colado, decidimos acampar a la orilla del río y vivir como hippies un par de días.
Mientras abríamos unas latas de atún para instalarlas en las hallullas llegaron unos cazadores que cargaban dos conejos. Se los cambiamos por 300 pesos, unos cigarrillos y una caja de vino a medio tomar. Los hombres se apiadaron de nosotros y les sacaron la piel a los conejos, les cortaron las patas (yo me llevé una de recuerdo) y nos dejaron los cuerpos para que los cocináramos.
Ninguno de nosotros sabía que hacer con esas especies de gatos descuerados que colgaban desde un árbol y que atraían a las moscas y las molestas avispas chaquetas amarillas.
En un arranque de vocación de chef decido cocinar los conejos “al palo”. Encendimos una fogata y crucificamos a los animales. El asunto empezó a transformarse en algo bastante raro. Cualquier vecino que transitó por ahí se debe haber pasado la película de un grupo satánico o de brujería negra.
La carne apenas se asaba y el hambre nos motivaba para acercar los cuerpos al fuego. Al final tratamos de comernos los conejos en la más “cromañón” y decidimos abrir una botellita de pisco para olvidar el episodio y los sonidos estomacales.
Ahora sentado en la cuica “Peluquería francesa” pienso que el conejo no es una buena carta a la hora de cenar. Me dicen que su carne es dura y de muy fuerte olor y que hay que dejarla reposando en sal y vinagre por horas.
¡¿Por qué no habré pedido una merluza frita con ensalada chilena?!

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

Brujita dijo...

jajaja simpático tu comentario..
también acampé en Colliguay y comí conejo recién cazado sin tener la menor idea de cómo prepararlo... mi viejo una vez casi se quebró un diente con un perdigón que le salió entremedio...

Sin querer, trajiste a mi memoria recuerdos muy lindos... de cuando acampaba en familia...